15 de marzo de 2010

Toros en Castellón contra el frío, arrimarse

La feria de la Magdalena en Castellón no ha estado muy favorecida por la climatología. Frío y lluvia. Siberia, casi.
Sobre el papel tampoco estaba sobrada de alicientes para combatirla. Todo fíado a la tarde de José Tomás, la clásica de Victorino, ayer, y un par de carteles de fin de semana con figuras, no todas, no combinadas con el tirón suficiente para “ligar” el lleno de no hay billetes (agotados hace un mes) del jueves.

José Tomás salvó los muebles de su corrida con el habitual overbooking en la plaza y la ciudad, ayudó algo, no mucho —a lo visto-, al abono y se notó más que ningún año anterior la ausencia de las grandes figuras consolidadas en larga trayectoria como tales : Enrique Ponce y El Juli. Es un dato. No se sabe bien si por la crisis o por el acaparamiento de reclamo casi exclusivo del de Galapagar respecto del gran público, o por lo que sea, es cada día más complicado llenar una plaza de toros con regularidad a lo largo de una feria.

Es un dicho clásico desde hace unos años que “ninguno lleva a nadie”, y puede ser cierto, pero unos más que otros ayudan a acabar el papel; sin apreturas, pero llenar.

Ni la reaparición de Morante en La Plana tras años de ausencia y arropado con Castella y Perera en el cartel más rematado, el único, de la feria consiguieron el objetivo. Dicen los eruditos que después de José Tomás, el de La Puebla es el de mayor tirón, pues va a ser que no, o según en que sitios.

Otro de los acontecimientos que la empresa escrutó en los dias de su confección como incentivo a arrancar La Magdalena con fuerza era la reaparición de Jesulín, hijo consorte de Castellón. Incluso parecía que tras la “espantá” de la “rentree” oficial anunciada en Vista Alegre supondría un plus de interés. Además el cartel era el “mediático” y el día domingo. Nada, media plaza; con generosidad. Nada en los tendidos y nada en el ruedo; la cariñosa oreja cortada por El Cordobés.

La novillada del martes, con similar público en los tendidos que los “mediáticos”, solo arrojó de noticioso, lamentablemente, la cornada grave del debutante con picadores Juan Cervera. La corrida de rejones se ubicó en el peor día, el lunes.

Además, si la feria en lo climatológico ha sido de perros, ese lunes fue de perros, pero lobos. Tal fecha la aprovechó la empresa para cumplir con múltiples compromisos, hacer el nefando cartel de seis rejoneadores y demostrar (por parte de casi todos los taurinos) el profundo desprecio que tienen por el toreo a caballo. Faltaban, por supuesto, tanto Hermoso de Mendoza como Diego Ventura. Tres cuartos de entrada. La tercera en el escalafón de llevar gente y la primera, o casi única, en rentabilidad y auténtico balón de oxigeno para la taquilla general en el alivio del presunto debe en la cuenta de resultados. En lo artístico, sólo Andy Cartagena cortó oreja.

Con tal frialdad en lo climatológico y en el ambiente taurino solo quedaba opción a arrimarse. El público entre ellos, juntitos los vecinos de localidad. Arrimarse al café o al coñac. Y arrimarse en la arena: al toro y a la oreja de los compañeros de terna para decirles que aquello solo tenía una alternativa, la emoción. Único antídoto en un coso taurino para combatir todo tipo de fríos.

La “guerra”. Así lo leyó el miércoles Daniel Luque que en el cartel de jóvenes valores se desmarcó pronto dando pistas sobre quien va a ser el mejor de su generación. Talavante no tuvo la clarividencia o los arrestos de superar una mala entrada y un regular juego de los toros de Fuente Ymbro, sólo los tres primeros dejaron lucir habilidades, y Pinar suplió con raza y coraje su bisoñez para cortar una oreja. Luque además le puso técnica, argumento, puesta en escena y comunicación. Primer triunfador con dos orejas de su primer enemigo. Su virtud fue no fiarlo todo al quinto.

¡Hasta Aparicio entró en calor! Y llegó el jueves. Nada que ver el ambiente desde primeras horas de la mañana con nada. Como si Castellón fuera el escenario de la final de la Champions. Incluso por la noche, con el discurrir exitoso del festejo la ciudad era un torbellino de idas y venidas por bares, cafeterías, y restaurantes en busca de sitio angosto para tomar una copa o una procesión de gentes de restaurante en restaurante en busca de una mesa donde poder cenar, ya que el almuerzo, para los no previsores, fue imposible. Todo había salido a pedir de boca.
Jandilla, que no es una de las preferidas de José Tomás, se esmeró. Cuatro toros de nota. Y la sombra de JT hizo el milagro: Aparicio se arrimó. Y además hizo “sus cosas”, que si no las hace Aparicio no son estimables. A su primero, bravo, le plantó cara. Y al noble cuarto le jugó con “ahe”. Total, oreja y oreja, con su salida en hombros junto con el de Galapagar. José Tomás no tuvo otra opción que llevar emoción a los tendidos a costa de jugarse las femorales con su primero, reservón. Pero en el quinto brotó el toreo de las tardes grandes. De variedad capotera y entrega, siempre. De ajuste, dándole su sitio al toro, y en su momento, el epílogo, de extremas estrecheces. Con empaque y hondura. Temple, largura y mano baja. Lo mató y cortó las dos orejas. Fue tarde en que el castellonense Abel Valls solo pudo poner voluntad, y algo debió hacer con el sexto. Se fue, solitario, a pie.

La “madre de todas las batallas”. Casi llenaron la plaza, el viernes, Morante, Castella y Perera. Por lo cual Morante, declarado objetor, se postuló como excedente de cupo. Esta vez la suerte le sonrió a Castella. Fue el segundo de la tarde, el único en “jandilla” (como la tare anterior) del lote de Vegahermosa, filial, en todo, del hierro de Borja Domecq. Castella salió a por todas. Con rabia, con celo, con torería. Asustando al miedo… y además, toreando. Las dos orejas de ese toro no hicieron otra cosa que abrir fuego. Replicó Perera con similares armas, pero sin el mismo toro. Castella, en el quinto, pudo redondear la tarde, sin toro…y sin espada. Y Perera se tuvo que dejar pegar una voltereta para arrancar un trofeo del sexto. La tarde mereció la pena.

Tregua. La “paz” en clama chicha es incompatible con este espectáculo El sábado festejo plano en los toros de Algarra, bondad sin raza ni fuerza, en la facilidad “sin venta” de Manzanares (oreja), y el “pasar por allí” de Cayetano. Tan solo El Fandi calentó los tendidos a su forma. Cortó una oreja del segundo y le pidieron con fuerza la del quinto.

Los “victorinos” están en baja. Cornada grave a José Luís Moreno. Pundonor en Bolívar con oficio y mala espada. Y triunfo de rabia de Rafaelillo, oreja, en el único que defendió la divisa.

Castellón ya es historia. Próxima estación Valencia, estamos en Fallas.

FOTOGRAFÍA: Antonio Casado

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