Hasta el rabo todo es toro.
Y el toro ha sido el gran protagonista que ha puesto colofón a un serial con muchos y buenos ejemplares que no encontraron la réplica en los toreros, figuras y no figuras durante todo San Isidro.
En la feria Aniversario los toreros trataron mejor a sus oponentes, hubo un mayor equilibrio y los resultados sin ser espectaculares, con la mitad, hubieran valido para que estas cinco semanas no resultaran tan frustrantes propiciando un ambiente catastrofista que no ha permitido, en general, analizar los hechos en profundidad, ni escrutar la letra pequeña.
Ha bastado que Juan Bautista, mucho mejor que ayer, pero menos que antes de ayer, entiéndase año 2007, compuesto y fresco de cabeza, para que al tran tran con dos espadazos eficaces cortara dos orejas justitas y abriera la Puerta grande por primera vez y única respecto de los toreros de a pie.
La gran tarde de Castella el jueves nos instalaba en un pasado muy reciente de ilusión. Pisó la plaza con su categoría de gran figura, tuvo que cortar tres orejas, pudo abrir la Puerta grande con dos, y al final fue una. Cierto es que contó con un gran lote de Victoriano del Río pero no lo es menos que su entrega, estoicismo, quietud y el manejo de los trastos con capote, respondiendo a Perera en un pique capotero en edición reducida, y muleta sobre todo en la faena a su primero y el vibrantísimo y largo, muy largo, inicio de trasteo del quinto. Ahora podremos discutir si en este se desfondó, si el toro acusó el achique de espacios al que le sometió el torero en el tramo final y demás. Pero este es el Castella que argumenta su condición de primera figura.
Un sándwich de sensaciones toreras para disfrute de los aficionados que tuvo su prólogo en la corrida de Beneficencia con las mejores versiones de ambición y capacidad de Daniel Luque que dio una vuelta al ruedo orgullosa y retando en capote a Morante de la Puebla estando a la altura en una fase de cinco quites que constituye el momento memorable de todo el ciclo, y quizá haga historia, en el que el toro de Cuvillo cobró su protagonismo y puso su montaña de arena.
El epílogo de esta trilogía de festejos que pivota en torno a la actuación de Castella, llegó el sábado con la mejor corrida, buena, muy buena, más que mejor, del largo mes: la de Cortijillo.
La tarde en que se abre la Puerta Grande comentada y que debió hacerlo Miguel Abellán por madurez, cabeza y disposición, por lo mucho y bien que toreó a un toro, noble, encastado pero con mucho que torear, y por lo tanto capaz de descubrir a cualquier torero en precario. Esta vez fue la espada la que abortó el triunfo pero no una de las vueltas al ruedo, no ha habido muchas, de autentica ley, de las de que, antiguamente, en Madrid, servían para darse una vuelta a España por las grandes ferias.
De por medio, el viernes, El Fandi se mostró serio y templado con el capote y la muleta. Curiosamente no estuvo redondo en banderillas y cuando más falta hacía, en su segundo, la espado no fue el habitual cañón, pero ha pasado por Madrid, como lo que es un torero maduro y autorizado para todos los públicos.
De lo demás:
Morante con toros flojitos, dejó sus destellos, a punta de gas y ganas de verle. Madrid está con él. Caso parecido al de Curro Díaz con un toro, tercero de Vellosino, al que muchos hubieran querido ver en la muleta del de La Puebla.
Cayetano tuvo arranques, ramalazos de coraje y empaque. Vistoso y artista en el quite al toro de Morante, pero su primero llevaba triunfo en sus embestidas a izquierdas y este no se produjo. A Javier Conde le tocó otro toro, de Vellosino, que se fue, aun a fuer de pegar cinco a seis muletazos sueltos de cartel.
Juan Mora derrochó torería y sentido de la lidia sin suerte con su lote ni con un público que no se enteró o no quiso.
Perera quiso y mucho. Fue el quien le puso las pilas a Castella, pero ese querer, con toros flojos pero con bondad, evidenció falta de pulso, temple en las muñecas que es el indicio que marca el estado de un torero.
Uno del os grandes toros de la semana fue el cuarto de Victoriano del Río que afloró a un Fundi dubitativo y disperso.
Tampoco anduvieron redondos los acostumbrados a corridas duras con animales a contra estilo como Urdiales con el cuarto de Valdefresno y Rafaelillo con el primero de de Torrealta. Macías, el menos afortunado de la tarde de Cortijillo anduvo agarrotado y presentó muchas dudas, incluso sobre su contrastado y justamente cantado, en Valencia y Sevilla, valor.
Tejela se afligió cuando iba en son con el sobrero sexto de Moisés Fraile, y los esfuerzos de una tauromaquia por pulir de los jóvenes Tendero y Pinar pasaron desapercibidos por la sosería de los Valdefresno y que esa tarde, la primera de la semana y del Aniversario el público no tenía el cuerpo para más ruidos que protestarlo todo.
Como sería que en tarde de calor sofocante y bochorno en el momento que apreció una nube tapando el sol, y el siete, y el seis y el cinco, protestaron porque ello lo que habían pagado era eso: sol… se fue unos segundos el astro rey y antes de sentirse aliviados se enfadaron.
Así es esto.
FOTOGRAFÍA: Paloma Aguilar
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