1 de junio de 2010

Aniversario: 6 bóvidos, 2.000 pases y 23.000 bostezos

Feria del Aniversario, ¿Cuál?, pues según mis cuentas el 79º de la inauguración de la plaza, más o menos, porque el día exacto fue el 17. Lo cierto es que esta feria creada para compensar un pliego de condiciones erróneo, en el sostenella y no enmendalla por parte de la C0munidad, es una feria impostora. Sin embargo, la plaza se llena, sin que sea obligatorio sacar el abono para mantener la titularidad. Misterios de Madrid, donde todo son quejas y pancartas, pero con la boca chica.

Corrida con el hierro de Valdefresno, bien presentada y con hechuras, insulsa, descastadita, sin molestar pero sin deslizarse.
El primero tuvo nobleza y medio recorrido, sin mucho ímpetu. Diego Urdiales le pegó buenos pases de inicio. Como se le corrigiera la colocación, desde el “tendido ilustrado”, en los segundos muletazos el torero, sumiso y claudicante ante un sector que le apoyó incondicional cuando su condición de pobre era solemne, rectificaba terrenos y se perdía el concepto de ligazón. Con el toro metiendo la cara, con el celo justo, y los muletazos, por buenos que fueran, de uno en uno, la sensación es que el triunfo se le fue en divagaciones. Pinchazo y estocada algo trasera y desprendida para hacerse el silencio.

Mansote, de embestida corta y pesada fue el cuarto. Tardó Urdiales en coger el punto, en la corta distancia y con demasiado punteo de la muleta. Hubo un momento en que con la mano baja le pudo al animal y este se fue a tablas. Volvió a los medios y ninguno de los dos estuvo a gusto. Toro rajado y torero queriendo; el público ni quería, ni sabía ni entendía para al final descomponerse todo. Pinchazo, media, descabellos y aviso.
Rubén Pinar se hizo aplaudir por unos lances de recibo ceñidos y limpios. El toro metía la cara pero con viaje muy soso y la cara a media altura, sin clase, pero dejando estar. Pinar no se amedrentó por los reventadores y le aplicó su tauromaquia, que dicho sea de paso es primitiva. A lo suyo se afanó en pegar muchos pases, unos más templados, otros más limpios ente algún enganchón pero siempre toreando algo “por fuera” y diciendo muy poco. Pinchazo y más de media atravesada.
Parado llegó el quinto a la muleta de Pinar. El torero hizo un esfuerzo por agradar, sin aburrirse, pero no era la tarde propicia. Mató de pinchazo y estocada corta.
El tercero estaba resentido de los cuartos traseros y fue protestado. Antes se había lucido en lances y vistoso remate Miguel Tendero. El toro pasaba y el torero le acompañaba la embestida con cierta limpieza y ligazón, pero sin alma ni expresión. Fue labor larga y en ningún pasaje levantó más e unas cuantas palmas agradecidas. Lo pinchó reiteradamente y sonó aviso.

La tarde discurría soporífera. El calor y bochorno hacían mella, sobremanera en los tendidos de sol, lógico. Mediada ¿la lidia? Del quinto se animó el cotarro con cambios de improperios entre los tendidos más próximos del sol y sol y sombra. Poco importaba el toro sexto y Tendero como toda la corrida. Este sexto quiso empujar para adelante y Tendero le dio sus tiempos y su lidia. Series cortas, mano baja y llevarlo sin un aplauso alentador. Se rajó el toro y todo terminó como se pretendía, mal ambiente. Entre los toros, toreros y público lo consiguieron. Enhorabuena.

FOTOGRAFÍA: Paloma Aguilar

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