Corrida con el hierro de Valdefresno, bien presentada y con hechuras, insulsa, descastadita, sin molestar pero sin deslizarse.
El primero tuvo nobleza y medio recorrido, sin mucho ímpetu. Diego Urdiales le pegó buenos pases de inicio. Como se le corrigiera la colocación, desde el “tendido ilustrado”, en los segundos muletazos el torero, sumiso y claudicante ante un sector que le apoyó incondicional cuando su condición de pobre era solemne, rectificaba terrenos y se perdía el concepto de ligazón. Con el toro metiendo la cara, con el celo justo, y los muletazos, por buenos que fueran, de uno en uno, la sensación es que el triunfo se le fue en divagaciones. Pinchazo y estocada algo trasera y desprendida para hacerse el silencio.
Mansote, de embestida corta y pesada fue el cuarto. Tardó Urdiales en coger el punto, en la corta distancia y con demasiado punteo de la muleta. Hubo un momento en que con la mano baja le pudo al animal y este se fue a tablas. Volvió a los medios y ninguno de los dos estuvo a gusto. Toro rajado y torero queriendo; el público ni quería, ni sabía ni entendía para al final descomponerse todo. Pinchazo, media, descabellos y aviso.
Rubén Pinar se hizo aplaudir por unos lances de recibo ceñidos y limpios. El toro metía la cara pero con viaje muy soso y la cara a media altura, sin clase, pero dejando estar. Pinar no se amedrentó por los reventadores y le aplicó su tauromaquia, que dicho sea de paso es primitiva. A lo suyo se afanó en pegar muchos pases, unos más templados, otros más limpios ente algún enganchón pero siempre toreando algo “por fuera” y diciendo muy poco. Pinchazo y más de media atravesada.
Parado llegó el quinto a la muleta de Pinar. El torero hizo un esfuerzo por agradar, sin aburrirse, pero no era la tarde propicia. Mató de pinchazo y estocada corta.
El tercero estaba resentido de los cuartos traseros y fue protestado. Antes se había lucido en lances y vistoso remate Miguel Tendero. El toro pasaba y el torero le acompañaba la embestida con cierta limpieza y ligazón, pero sin alma ni expresión. Fue labor larga y en ningún pasaje levantó más e unas cuantas palmas agradecidas. Lo pinchó reiteradamente y sonó aviso.
La tarde discurría soporífera. El calor y bochorno hacían mella, sobremanera en los tendidos de sol, lógico. Mediada ¿la lidia? Del quinto se animó el cotarro con cambios de improperios entre los tendidos más próximos del sol y sol y sombra. Poco importaba el toro sexto y Tendero como toda la corrida. Este sexto quiso empujar para adelante y Tendero le dio sus tiempos y su lidia. Series cortas, mano baja y llevarlo sin un aplauso alentador. Se rajó el toro y todo terminó como se pretendía, mal ambiente. Entre los toros, toreros y público lo consiguieron. Enhorabuena.
FOTOGRAFÍA: Paloma Aguilar
No hay comentarios:
Publicar un comentario