Barcelona, toros sí, toros no. El próximo miércoles día D, 28, hora H, se cree que sobre las 10.52 habrá fumata: blanca o negra, según se mire, y quien.
Mucho ha cambiado el panorama desde que se debatiera la ILP conducente al exterminio de la libertad de opción individual de ocio respecto del espectáculo de la corrida de toros. La sentencia del Constitucional sobre el Estatut, la proximidad de las elecciones en la Comunidad Catalana y, por que no, el multitudinario y espontáneo brote españolista al relance del triunfo de “La Roja” en los mundiales de futbol, más el rifi rafe interno entre el PSOE y su franquicia del PSC ha hecho endurecer posturas a CyU a favor de la prohibición (conscientes de las tendencias positivas de las encuestas cara a los próximos comicios regionales) aun manteniendo la libertad de voto para sus diputados, y lo más desagradable, la dispersión del voto socialista en aras de esa libertad en conciencia en un cambio tactista sobre lo ¿prometido? poco estético y nada ético. Circunstancia que ha provocado la demonización del diputado socialista David Pérez, adalid de la causa taurina entre los socialistas catalanes.
Todos los que me conocen saben que voy por libre. No con el paso cambiado, no; por libre. Nunca me creí, del todo, las soflamas taurinas de dicho diputado. No por dudar de su buena voluntad ni de su capacidad de trabajo si no por su dependencia de la estructura del partido (complicada, más si se trata de una franquicia regional y babélica entre la identidad y la ideología). Dudaba, y mucho, ahora es certidumbre, del secretario regional, Iceta, pero sobre todo del presidente del partido y President de la Generalitat el “cordobés” y, al parecer, aficionado a los toros: el gris, mediocre y atribulado Montilla…que ni es “montilla” ni “moriles”, garrafón remontado de complejos, atajos y oportunismos.
Escrito lo cual me parecen desmesurados los ataques a Pérez y por la variante a la Plataforma para la Defensa de la Fiesta que hace lo que puede y que no deja de trabajar, discretamente, en las dos direcciones posibles que emanen de la votación.
Es más, en las pocas horas que quedan van a intentar dar a conocer a la opinión pública el coste real de las indemnizaciones especificadas en la resolución para que los ciudadanos, en tiempo de crisis profunda, sepan en que se gastan los cuartos sus supuestos administradores. Indemnizaciones tanto de lucro cesante como evaluación laboral emergente, puede, dicen, sobrepasar en 2, 3, 5, 10, 15, o 20 veces, los 300.000 euros que alegremente manejan sobre el lucro cesante de 10 años, teniendo en cuenta que la baza mayor, el inmueble, es propiedad y por lo tanto no esta sujeto a concesión temporal si no a licencia, 99 años. Además la propia ILP habla de indemnizaciones a “titulares de derechos subjetivos afectados”.
Podría llegar a cifras desorbitadas y además hay precedentes. De hecho la administración catalana ya sabe lo que cuesta prohibir a raíz de la suspensión, unilateral, por dos veces de la ópera Carmen. El TSJC falló en contra de la Generalitat, y posteriormente lo hizo el Supremo, total, unos 240.000 euros, por tan sólo suspender un espectáculo.
El déficit de la Generalitat está cifrado en 6.000 millones de euros que han provocado una subida en el IRPF, se han recortado 250 millones en la línea 9 del metro y se ha pegado una bajada de 408 millones teniendo como damnificados al personal de plantilla.
Estaría bien que los embaucadores argentinos y sus abducidos peleles llevados tan solo por desmarcarse de algo “español” (lo de la protección a los animales es mentira, a las pruebas de la aprobación, previsible, en la misma votación de los “correbous” me remito) dijeran la verdad sobre lo que la “broma” le va a costar a cada catalán.
Incluso se enreda con la posible compra del coso, caso de prosperar el “gaseado”, para convertirlo en una Mezquita y “asustar” al “nazionalismo”.
Habría que saber si dicha sentencia crea precedente o no, incluso jurisprudencia, en los términos en que la dictaron ambos tribunales y la causa “taurina”, dentro de una representación artística, que se argumentó parar prohibirla.
Hay previstas por parte de la Plataforma, denostada por los ansiosos ambientes taurinos al uso y que el domingo pasado no se dieron una vueltecita por Barcelona, en vísperas, por el hecho de no actuar José Tomás, dos líneas de trabajo.
Si no prospera la ILP abolicionista, se habrá ganado la batalla política pero quedará por delante, y ya tienen un boceto de actuaciones, la recuperación de la afición y la regeneración de este espectáculo en Barcelona para no repetir oscuras historias no muy lejanas.
De salir adelante la prohibición, y a pesar de la moratoria para su entrada en vigor surtiendo efectos, a primeros del 2012, se prepara un recurso de inconstitucionalidad para presentar en plazo desde el minuto 1 de publicada la ley castradora. No se si al amparo, dudoso, como se aferran los taurinos tan incompetentes como siempre y tan legos, a pesar de ser alguno licenciado en derecho y dice que abogado, de las competencias del Estado y no de las Comunidades, del artículo 149 de la Constitución, apartado 28, que protege el patrimonio cultual, artístico o munumental, con previsible condena al fracaso, por no estar explícitamente contemplada la Tauromaquia como tal y si un espectáculo público o desde la óptica de la “prohibición de la expresión artística”, tanto de realizarla como de contemplarla. Prohibir la creatividad, ejemplo, la sentencia a favor de Távora y Paco Dorado de la mano del prestigiosísimo abogado Santiago Muñoz Machado, ganadero de bravo, de la Unión, para más señas, y al que los negados, nefastos y nefandos taurinos no echan cuentas y sí a los “Frailes y Peñatos” de turno.
Recurso que se puede activar desde distintos colectivos o instituciones: un grupo de 50 diputados o senadores, el Defensor del Pueblo, etc.…y el Presidente del Gobierno, ¡agua!
También puede ejercitar el recurso cualquier paisano, uno o varios, el propietario de la Monumental, su empresario, o cualesquiera que solicite permiso para dar una corrida de toros y al serle denegado el mismo interponga recurso ante el Tribunal de lo Contencioso y solicite al Magistrado Juez que lo haga.
El problema sobreviene del lapso de tiempo que tardara el Constitucional en pronunciarse, sobre tres o cuatro años, lo que constituye, en el mejor de los casos, que la ley seria efectiva en esos años de deliberación del alto tribunal lo que se antoja un tiempo de difícil recuperación.
Alguien se preguntará que adjunto a la presentación del recurso se solicite la suspensión cautelar de la ley. Pero la respuesta es la peor de las noticias para el sector pues el único con potestad para hacerlo es el Presidente del Gobierno… de España. ¡Agua!, más, otra vez.
Por ello colegimos que de prosperar la prohibición la Fiesta depende del “talante”.
Y desde hace seis años los españoles, todos, tratándose de Zapatero ya sabemos lo que es el “talante”:
¡Por detrás y por delante! ¡Vamos! en estéreo.
26 de julio de 2010
19 de julio de 2010
Toros, futbol y San Fermín
Los toros, hoy domingo, y prácticamente desde el triunfo de España sobre Alemania han pasado a un segundo plano. Bueno si es que la final ante Holanda ha dejado un resquicio para que ese segundo plano tenga entidad.
Pasado el hecho puntual, que dejará poso, sin duda, pero la vida sigue, ese segundo plano como segundo espectáculo de masas es una medalla de plata altamente cualificada y que, desde ya, hay que poner en valor.
Salvando las muchas distancias que tiene un espectáculo cautivador mundialmente y una Fiesta, española exportada a diferentes países como Francia y la América taurina, los toros son, por concepto, algo universal, igualmente y deben tomar nota de esta historia.
Pero para que un espectáculo, el que sea, tenga tirón, han de provocarlo los protagonistas, los ídolos, la “cara del espectáculo”. Los futbolistas hablan con la pelota, por supuesto, pero también con la boca… y de todo; de lo deportivo, lo humano y lo personal. Se les conoce al dedillo: sus gustos, aficiones, sus reticencias incluso lo que valen o como están cotizados y lo que ganan. Eso produce el despertar de la curiosidad morbosa por lo ajeno que mueve a todo ser humano y es una de las causas principales del movimiento huracanado que genera.
Mientras el torero habla, de vez en cuando, con la espada y la muleta, para luego esconderse. No se sabe si de prepotente, de acomplejado o simplemente de sinsorgo. Cada vez más.
Estamos en verano, pero en el resto de estaciones las figuras del toreo están en la “cámara” por el calor. Tanto, que muchas tardes, cuando quieren hablar, tan solo con la espada y la muleta, parece producto congelado.
Los toreros no están, no quieren, en los medios, ni siquiera especializados, de unos años a esta parte. Nunca ocurrió algo tan parecido y generalizado.
¿Qué hacer?, poco. Por frustrante que sea lo peor no es la constatación que no están, si no la certidumbre que “ni se les espera”.
Tambien el mundial, en sus fechas claves, ha afectado a la “universal” Feria de San Fermín en Pamplona siente “el aliento en el cogote” de “los mundiales”
“Feria trampa”
Se autodenomina “Feria del toro”, y lo que sale no tiene nada que ver zootecnicamente con el toro de lidia.
“Toro grande, ande o no ande”, y no suele andar, y si anda generalmente no embiste; no puede hacerlo en consonancia con la tauromaquia que se exige ahora. Tampoco están en su escaparate la flor y nata de las ganaderías que se repiten en los carteles de todas las grandes ferias salvo dos o tres tardes.
Plaza de 1ª categoría y feria “universal” que no constituye la presencia relevante de los mejores, si no una sucesión de toreros meritorios que por otra parte sería el mayor activo de San Fermín, por su labor de promoción, ante el olvido de otras ferias importantes, si no fuera por que detrás de esa justicia taurina se enmascara el bajo costo de mano de obra ante la seguridad de la plaza llena.
Aforo completo todos los días. Pero más del 50% corresponde a conglomerado de peñas que entiende la corrida como un acto lúdico más del programa festivo. Otro 25% es turismo nacional e internacional, que de forma más silenciosa cumple las mismas premisas que las peñas. El resto, público, y además lógico desenfadado y generoso.
Feria regalo. Las orejas se piden y conceden como si de una tómbola se tratara. Por ello su conocimiento se pone en cuarentena y apenas tiene repercusión más que para el currículo y los lamentos de no haber trascendido en forma de contratos.
Feria trampa, pero si no existiera habría que inventarla…además tal cual.
Pasado el hecho puntual, que dejará poso, sin duda, pero la vida sigue, ese segundo plano como segundo espectáculo de masas es una medalla de plata altamente cualificada y que, desde ya, hay que poner en valor.
Salvando las muchas distancias que tiene un espectáculo cautivador mundialmente y una Fiesta, española exportada a diferentes países como Francia y la América taurina, los toros son, por concepto, algo universal, igualmente y deben tomar nota de esta historia.
Pero para que un espectáculo, el que sea, tenga tirón, han de provocarlo los protagonistas, los ídolos, la “cara del espectáculo”. Los futbolistas hablan con la pelota, por supuesto, pero también con la boca… y de todo; de lo deportivo, lo humano y lo personal. Se les conoce al dedillo: sus gustos, aficiones, sus reticencias incluso lo que valen o como están cotizados y lo que ganan. Eso produce el despertar de la curiosidad morbosa por lo ajeno que mueve a todo ser humano y es una de las causas principales del movimiento huracanado que genera.
Mientras el torero habla, de vez en cuando, con la espada y la muleta, para luego esconderse. No se sabe si de prepotente, de acomplejado o simplemente de sinsorgo. Cada vez más.
Estamos en verano, pero en el resto de estaciones las figuras del toreo están en la “cámara” por el calor. Tanto, que muchas tardes, cuando quieren hablar, tan solo con la espada y la muleta, parece producto congelado.
Los toreros no están, no quieren, en los medios, ni siquiera especializados, de unos años a esta parte. Nunca ocurrió algo tan parecido y generalizado.
¿Qué hacer?, poco. Por frustrante que sea lo peor no es la constatación que no están, si no la certidumbre que “ni se les espera”.
Tambien el mundial, en sus fechas claves, ha afectado a la “universal” Feria de San Fermín en Pamplona siente “el aliento en el cogote” de “los mundiales”
“Feria trampa”
Se autodenomina “Feria del toro”, y lo que sale no tiene nada que ver zootecnicamente con el toro de lidia.
“Toro grande, ande o no ande”, y no suele andar, y si anda generalmente no embiste; no puede hacerlo en consonancia con la tauromaquia que se exige ahora. Tampoco están en su escaparate la flor y nata de las ganaderías que se repiten en los carteles de todas las grandes ferias salvo dos o tres tardes.
Plaza de 1ª categoría y feria “universal” que no constituye la presencia relevante de los mejores, si no una sucesión de toreros meritorios que por otra parte sería el mayor activo de San Fermín, por su labor de promoción, ante el olvido de otras ferias importantes, si no fuera por que detrás de esa justicia taurina se enmascara el bajo costo de mano de obra ante la seguridad de la plaza llena.
Aforo completo todos los días. Pero más del 50% corresponde a conglomerado de peñas que entiende la corrida como un acto lúdico más del programa festivo. Otro 25% es turismo nacional e internacional, que de forma más silenciosa cumple las mismas premisas que las peñas. El resto, público, y además lógico desenfadado y generoso.
Feria regalo. Las orejas se piden y conceden como si de una tómbola se tratara. Por ello su conocimiento se pone en cuarentena y apenas tiene repercusión más que para el currículo y los lamentos de no haber trascendido en forma de contratos.
Feria trampa, pero si no existiera habría que inventarla…además tal cual.
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Reflexiones
Feria de Burgos. A Perera le deben una
Semana poco taurina. Tan sólo Burgos estaba destinado a animar el cotarro debatiéndose entre la crisis y el futbol, factores externos que erosionan de forma puntual. Sin embargo, a pesar del aviso del año pasado, no se tomaron medidas oportunas, o no ha habido suerte, sobre el factor interno que aleja a los públicos de los toros: el animal a lidiar que con su fallo de falta de fuerzas y raza (el toro de Brugos, como cualquier plaza similar, en cuanto presentación es el de siempre, de pobre a muy pobre) han ido desencantando día a día a un público cada vez más reticente por el conjunto de argumentos apuntados. Reflexión previa.
Las fechas del domingo, previo a San Pedro, y el día después, fiesta oficiosa en Burgos, por el cumpleaños celebrado tradicionalmente de Manuel Díaz “El Cordobés”, han sido las más animadas en taquilla pasando de los tres cuartos de aforo. Esa es la horquilla en que debe moverse un ciclo sobredimensionado en festejos (7), sin crisis o con crisis, con futbol o sin futbol. Primera conclusión.
Después, lo de siempre: carteles atractivos y su armonización. No basta con juntar a tres toreros con cierto tirón.
El público que faltó el día de El Cordobés, con Rivera y Finito, au remate natural es El Fandi: y no quiso, o la empresa no pudo. Y el día de El Fandi —habituado a llenar plazas-, con Perera y Manzanares (lunes, con España descansando en “el mundial”) faltó medio aforo. El cartel no tenía sincronía, iba en mono y en los tiempos que corren, más que sonar el conjunto del cartel en estéreo se necesita sonido cuadrafónico.
Como la gran decepción que supuso la floja entrada del jueves (además de estar pasado de fecha de fiestas) con Morante y Cayetano. Anunciado Aparicio y sustituido por Abellán, que demostró estar en un momento dulce. No será culpa del madrileño que el público se retrajera de acudir a El Plantío.
Más bien que el ruido que hacen en las diferentes ferias los 50 o 100 aficionados “notables” de la ciudad de turno, Madrid y la periferia, “morantistas” y “club de fans” de Cayetano, no son suficientes para la realidad de las “nueces”: meter gente suficiente en la plaza acorde con las pretensiones económicas de los toreros para evitar la “tragedia” permanente de las liquidaciones, a las nueve de la noche que cada vez de forma más habitual define a este espectáculo como “toros y lágrimas”.
Pasados los fastos del domingo pasado, comentados con lujo de detalles en nuestra anterior Divisa, con la mejor entrada del ciclo, las tres orejas de Castella y la buena faena de Talavante a los toros del burgalés Bañuelos, proclamada como la mejor corrida de la feria, la semana deja la rotundidad del momento de Ponce (dos orejas del cuarto toro de La Palmosilla) declarado triunfador de la feria y la seriedad de la trayectoria, firme, de Morenito de Aranda (en hombros) la tarde del martes como el poso apuntado de Miguel Abellán. El Fandi, en su línea, fue otro de los que “a su marcheta” también abrió la Puerta Grande.
Feria en la que cayó herido grave un Miguel Ángel Perera competitivo con ansia de rememorar el pasado reciente. Cornada “pública” y “publicada”, nada intimista, puesto que desde el primer momento se vio con nitidez y preocupación como un chorro de sangre surtía de su pantorrilla y como su media rosa se iba tiñendo, por instantes de forma más espesa, su media rosa de un negro feo, muy feo. Se mantuvo en el ruedo, en contra de los profesionales y público, le pegó otra serie, o dos, e intentó matarlo por dos veces, estando herido varios largos minutos manteniéndose en el ruedo. Circunstancia que abrió un debate y que merece una reflexión sosegada y contextualizada dentro del ejercicio de una profesión que no solo es de riesgo, si no de ambición, orgullo y sobre todo, respeto al público que paga.
En los toros el caso es enredar, como en futbol cada aficionado tiene una alineación, y hablar y no parar.
Llueve sobre mojado, lo cual indica una actitud de convencimiento y no un hecho coyuntural.
Cuando Miguel Ángel Perera arrolló en la temporada 2008 y pudiéndose retirar como máximo triunfador del año a unas cortas vacaciones antes de la campaña americana decidió poner un broche de diamantes que superase al oro que tenía adquirido por méritos propios, además de haber escrito , ya, una página histórica. Quería más y decidió encerrarse en Madrid, octubre, con seis toros en solitario. Es lo que toda la vida se ha compulsado como ambición propia, no solo de las figuras del torero, si no de aquellos que persiguen algo más. Luego todos conocen lo que pasó. Perera se entregó al máximo, iba triunfando, con las dificultades e incomprensiones que implica hacerlo en una plaza como Las Ventas, y en lance sobrevino la cogida: tres cornadas en una. Se mantuvo hasta matar el toro, le quedaban dos en los chiqueros, manando sangre y luego, a los pocos días, tuvo que sufrir varias operaciones y un largo periodo de rehabilitación más la recuperación lógica del sitio y las secuelas que fue más prolijo todavía.
Sus explicaciones y razones ante la división de opiniones sobre si debió seguir en el ruedo o no eran tan sinceras y sencillas como simples y limpias: quería más, todo o nada, aunque lo hecho en ese 2008 y esa tarde ya era mucho, pero quería todo. Era Madrid y el colofón a un ejercicio que le abriría un sitio en la historia de proporciones inalcanzables hasta entonces y en un futuro, si es que no lo había logrado ya.
El pasado lunes sucedió en Burgos. En mitad de la temporada y en un momento de su carrera en que intenta reverdecer los laureles del antaño muy reciente.
Plaza de segunda, una feria más dentro de una programación de actuaciones cuajada de festejos y el más inmediato hoy domingo en Barcelona con un cartel de repercusión, quizá un eco que no tiene Burgos en el devenir de una temporada taurina donde los triunfos son efímeros en el día a día si no se revalidan de forma regular en todos los festejos del carrusel de ferias del verano.
Tenía todos los argumentos para irse a la enfermería como un bravo y un valiente tal y como se produjo la cornada en plena entrega del torero ante un animal incierto. Fue consecuencia de arriesgar en pos del triunfo que estaba consiguiendo, redondear, y pasó lo que pasó: pronóstico grave, dos operaciones y nuevamente en el dique seco; adiós a Barcelona, plaza de primera, y ahora a esperar si llega a Teruel, o “sin anestesia” a una de las citas importantes de la temporada como es Pamplona, eso si llega.
Y se abrió “el melón” de las opiniones casi todas en la misma dirección de la supuesta torpeza.
Pocos o nadie han reflexionado sobre una actitud de gallardía y hombría, de torero cabal, de figura máxima que pasa por lo principal el respeto a todos los públicos.
Si lo hizo en Madrid jugándose todo a cambio de nada, ¿por qué no en Burgos jugarse nada, de prestigio o proyección, a cambio de todo, de su vida y de su temporada? ¿O es que el público de esa tarde no había pagado su entrada por verle?.
Antes que cualquier censura Perera merece un reconocimiento, de gratitud y de grandeza torera. Así se forjaron a lo largo de la historia de la tauromaquia las leyendas de las más grandes figuras. Y en esta época Perera no solo lo es, si no que pretende superarse día a día, a pesar de habladurías de patio de vecindad y los más variopintos intereses creados.
Las fechas del domingo, previo a San Pedro, y el día después, fiesta oficiosa en Burgos, por el cumpleaños celebrado tradicionalmente de Manuel Díaz “El Cordobés”, han sido las más animadas en taquilla pasando de los tres cuartos de aforo. Esa es la horquilla en que debe moverse un ciclo sobredimensionado en festejos (7), sin crisis o con crisis, con futbol o sin futbol. Primera conclusión.
Después, lo de siempre: carteles atractivos y su armonización. No basta con juntar a tres toreros con cierto tirón.
El público que faltó el día de El Cordobés, con Rivera y Finito, au remate natural es El Fandi: y no quiso, o la empresa no pudo. Y el día de El Fandi —habituado a llenar plazas-, con Perera y Manzanares (lunes, con España descansando en “el mundial”) faltó medio aforo. El cartel no tenía sincronía, iba en mono y en los tiempos que corren, más que sonar el conjunto del cartel en estéreo se necesita sonido cuadrafónico.
Como la gran decepción que supuso la floja entrada del jueves (además de estar pasado de fecha de fiestas) con Morante y Cayetano. Anunciado Aparicio y sustituido por Abellán, que demostró estar en un momento dulce. No será culpa del madrileño que el público se retrajera de acudir a El Plantío.
Más bien que el ruido que hacen en las diferentes ferias los 50 o 100 aficionados “notables” de la ciudad de turno, Madrid y la periferia, “morantistas” y “club de fans” de Cayetano, no son suficientes para la realidad de las “nueces”: meter gente suficiente en la plaza acorde con las pretensiones económicas de los toreros para evitar la “tragedia” permanente de las liquidaciones, a las nueve de la noche que cada vez de forma más habitual define a este espectáculo como “toros y lágrimas”.
Pasados los fastos del domingo pasado, comentados con lujo de detalles en nuestra anterior Divisa, con la mejor entrada del ciclo, las tres orejas de Castella y la buena faena de Talavante a los toros del burgalés Bañuelos, proclamada como la mejor corrida de la feria, la semana deja la rotundidad del momento de Ponce (dos orejas del cuarto toro de La Palmosilla) declarado triunfador de la feria y la seriedad de la trayectoria, firme, de Morenito de Aranda (en hombros) la tarde del martes como el poso apuntado de Miguel Abellán. El Fandi, en su línea, fue otro de los que “a su marcheta” también abrió la Puerta Grande.
Feria en la que cayó herido grave un Miguel Ángel Perera competitivo con ansia de rememorar el pasado reciente. Cornada “pública” y “publicada”, nada intimista, puesto que desde el primer momento se vio con nitidez y preocupación como un chorro de sangre surtía de su pantorrilla y como su media rosa se iba tiñendo, por instantes de forma más espesa, su media rosa de un negro feo, muy feo. Se mantuvo en el ruedo, en contra de los profesionales y público, le pegó otra serie, o dos, e intentó matarlo por dos veces, estando herido varios largos minutos manteniéndose en el ruedo. Circunstancia que abrió un debate y que merece una reflexión sosegada y contextualizada dentro del ejercicio de una profesión que no solo es de riesgo, si no de ambición, orgullo y sobre todo, respeto al público que paga.
En los toros el caso es enredar, como en futbol cada aficionado tiene una alineación, y hablar y no parar.
Llueve sobre mojado, lo cual indica una actitud de convencimiento y no un hecho coyuntural.
Cuando Miguel Ángel Perera arrolló en la temporada 2008 y pudiéndose retirar como máximo triunfador del año a unas cortas vacaciones antes de la campaña americana decidió poner un broche de diamantes que superase al oro que tenía adquirido por méritos propios, además de haber escrito , ya, una página histórica. Quería más y decidió encerrarse en Madrid, octubre, con seis toros en solitario. Es lo que toda la vida se ha compulsado como ambición propia, no solo de las figuras del torero, si no de aquellos que persiguen algo más. Luego todos conocen lo que pasó. Perera se entregó al máximo, iba triunfando, con las dificultades e incomprensiones que implica hacerlo en una plaza como Las Ventas, y en lance sobrevino la cogida: tres cornadas en una. Se mantuvo hasta matar el toro, le quedaban dos en los chiqueros, manando sangre y luego, a los pocos días, tuvo que sufrir varias operaciones y un largo periodo de rehabilitación más la recuperación lógica del sitio y las secuelas que fue más prolijo todavía.
Sus explicaciones y razones ante la división de opiniones sobre si debió seguir en el ruedo o no eran tan sinceras y sencillas como simples y limpias: quería más, todo o nada, aunque lo hecho en ese 2008 y esa tarde ya era mucho, pero quería todo. Era Madrid y el colofón a un ejercicio que le abriría un sitio en la historia de proporciones inalcanzables hasta entonces y en un futuro, si es que no lo había logrado ya.
El pasado lunes sucedió en Burgos. En mitad de la temporada y en un momento de su carrera en que intenta reverdecer los laureles del antaño muy reciente.
Plaza de segunda, una feria más dentro de una programación de actuaciones cuajada de festejos y el más inmediato hoy domingo en Barcelona con un cartel de repercusión, quizá un eco que no tiene Burgos en el devenir de una temporada taurina donde los triunfos son efímeros en el día a día si no se revalidan de forma regular en todos los festejos del carrusel de ferias del verano.
Tenía todos los argumentos para irse a la enfermería como un bravo y un valiente tal y como se produjo la cornada en plena entrega del torero ante un animal incierto. Fue consecuencia de arriesgar en pos del triunfo que estaba consiguiendo, redondear, y pasó lo que pasó: pronóstico grave, dos operaciones y nuevamente en el dique seco; adiós a Barcelona, plaza de primera, y ahora a esperar si llega a Teruel, o “sin anestesia” a una de las citas importantes de la temporada como es Pamplona, eso si llega.
Y se abrió “el melón” de las opiniones casi todas en la misma dirección de la supuesta torpeza.
Pocos o nadie han reflexionado sobre una actitud de gallardía y hombría, de torero cabal, de figura máxima que pasa por lo principal el respeto a todos los públicos.
Si lo hizo en Madrid jugándose todo a cambio de nada, ¿por qué no en Burgos jugarse nada, de prestigio o proyección, a cambio de todo, de su vida y de su temporada? ¿O es que el público de esa tarde no había pagado su entrada por verle?.
Antes que cualquier censura Perera merece un reconocimiento, de gratitud y de grandeza torera. Así se forjaron a lo largo de la historia de la tauromaquia las leyendas de las más grandes figuras. Y en esta época Perera no solo lo es, si no que pretende superarse día a día, a pesar de habladurías de patio de vecindad y los más variopintos intereses creados.
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Reflexiones
Toros, el estado de la cuestión: síndrome de tortícolis
Con la jornada de hoy domingo concluye, prácticamente, otro avance del muestreo del estado de la Fiesta en lo que es su segundo circuito.
Mes de junio marcado en su inicio por el final de Madrid en contraste con estas ferias alrededor de San Juan, Pedro y Pablo, ferias del “medio toro” de alivio y carga de combustible de orejas y Puertas Grandes, para enlazar con la Feria del Toro, del toro grande, amplio, en Pamplona por San Fermín. Queda como “banderín de enganche” hasta Pamplona, la feria de Burgos que en tan solo dos jornadas, muy distintas en carteles, por cierto, ya ha mostrado sus tendencias.
Este “segundo cinturón” (Alicante, Badajoz, Burgos, y las más concentradas por parcas en festejos, Algeciras, León, Soria) es junto con otros de menor calado el colchón sobre el que descansa la Fiesta para mostrar la realidad del momento: delicado, muy delicado.
La crisis, que era pregonada desde hace dos años, y el mundial de futbol, cuya celebración se sabe con anterioridad suficiente, la clasificación de España igual y su calendario real e hipotético en caso de clasificación, están dando un serio aviso al espectáculo taurino que vive del día a día; que posiblemente llegue, dicha crisis, con retraso respecto de otros sectores, pero que ya está aquí, verdad como la vida misma, y que el año pasado ya enseñó la “patita” sin que la mayoría le echara cuentas de previsión de alternativas: plan B o C.
La Fiesta es algo más que las grandes ferias soportadas por un abono con musculatura que las hace viables con medidas de ajustes a costa de balances menos rentables o nada, pero con margen suficiente de defensa en tiempos de sobrevivir.
Simón Casas, empresario —entre otras plazas- de Alicante ha puesto el dedo en la llaga “se pierde dinero todos los días” , incluso se ha arrogado, no sin cierta razón, casi la exclusividad del mensaje-alerta denunciando que pocos o ninguno lo dicen, y menos afrontan la situación.
Tiene razón cuando señala a las administraciones públicas propietarias de los inmuebles como las causantes de tal situación por el “tancredismo” con tufos despectivos hacia el toro de que hacen gala y no flexibilizar las exigencias de canon por piso plaza y número de festejos en virtud de la coyuntura. Cierto. Pero no lo es menos que, como queda escrito antes, los dos factores de estas ferias-muestra, uno nada probable de cortoplacista y el otro, los mundiales, con fecha de caducidad, eran previsibles, y el sector, como siempre, no ha movido ficha.
Es cierto que sería necesario, como en política, o en lo laboral, pactos o convenios que adecuaran los pliegos por parte de las administraciones titulares. Pero ello pasaría por un primer paso de unidad entre los empresarios con mensaje unívoco, cosa improbable por la acrisolada competencia desleal y la desconfianza —todos contra todos- del sector de la que son conscientes y sacan su tajada dichas administraciones. Pero, en el mejor de los casos, dicho entendimiento y para garantizar la igualdad de oportunidades como norte de toda “cosa pública” conllevaría la resolución de los contratos en vigor y sacar concursos nuevos asequibles al momento, si se quiere, incluso, partiendo con alguna ventaja (vestida de experiencia in situ) del arrendatario afectado. Pero este es el minuto del partido en que los empresarios reculan. Incluso el propio Simón Casas no lo deja claro en sus manifestaciones si no todo lo contrario. Me explico, lo que se intuye pretende, o pretenden, es que uno a uno, y mirándose de reojo todos, arreglen su problema puntual y que su administración correspondiente le revise su pliego, que no es otra cosa que la oficialidad de su oferta voluntaria con la que ganó a otros, de forma unilateral en flagrante compadreo.
En cualquier caso me ratifico que Simón Casas tiene la razón en denunciar como parte de la imposibilidad de, al menos, defender el negocio la voracidad inmisericorde de las administraciones y su total abandono falta de apego y cariño al segundo espectáculo de masas en España.
Pero, como muchos toreros, su valor es limitado, y su razón es parte, o media razón, que como las verdades a medias, a veces, son nocivas por ser maniobras de distracción de la realidad de los hechos fundamentales:
1.- Que son los propios empresarios taurinos los que tienen la iniciativa de presentarse a los concursos sin que nadie les obligue y que con sus desorbitadas ofertas en canon y festejos vician a una administración ya de por sí usurera y que ve la puerta abierta en la modalidad de concursos al alza, la mayoría sin tope, para que entre todos encubran auténticas subastas descabelladas.
2.- Y más importante. Las barbaridades que están pidiendo, y cobrando las figuras, o llamadas figuras, del toreo. No por que jugarse la vida tenga precio, o lo ponga la crisis o el fútbol, no: el arte en simbiosis con la vida en juego no lo tiene; simplemente por que no generan lo que pretenden, y en muchos casos consiguen en cuanto a “caché”. Ni siquiera juntando a los tres de mayor tirón en, aproximadamente, 25 festejos celebrados en estos días y en estas ferias clásicas de junio, y con el medio toro de alivio, a lo más que se ha llegado a los ¾ de aforo en este tipo de carteles, o el casi lleno de Burgos, con el ganadero local, Antonio Bañuelos, El Cid, Castella y Talavante.
Pero llegado a este punto ¿Quién le pone el cascabel al gato de la autocotización y el dinero de las figuras que no acaban el papel, repito, ni de tres ten res? Simón Casas también mira para otro lado.
Son legión, por no decir todos, los taurinos, muchos, que van a acabar con el cuello escayolado o con “collarín” de quita y pon según venga el aire. Porque la cuestión es siempre “echarle la culpa al empedrado” : el “síndrome de tortícolis”, patología crónica de la gente del toro.
Mes de junio marcado en su inicio por el final de Madrid en contraste con estas ferias alrededor de San Juan, Pedro y Pablo, ferias del “medio toro” de alivio y carga de combustible de orejas y Puertas Grandes, para enlazar con la Feria del Toro, del toro grande, amplio, en Pamplona por San Fermín. Queda como “banderín de enganche” hasta Pamplona, la feria de Burgos que en tan solo dos jornadas, muy distintas en carteles, por cierto, ya ha mostrado sus tendencias.
Este “segundo cinturón” (Alicante, Badajoz, Burgos, y las más concentradas por parcas en festejos, Algeciras, León, Soria) es junto con otros de menor calado el colchón sobre el que descansa la Fiesta para mostrar la realidad del momento: delicado, muy delicado.
La crisis, que era pregonada desde hace dos años, y el mundial de futbol, cuya celebración se sabe con anterioridad suficiente, la clasificación de España igual y su calendario real e hipotético en caso de clasificación, están dando un serio aviso al espectáculo taurino que vive del día a día; que posiblemente llegue, dicha crisis, con retraso respecto de otros sectores, pero que ya está aquí, verdad como la vida misma, y que el año pasado ya enseñó la “patita” sin que la mayoría le echara cuentas de previsión de alternativas: plan B o C.
La Fiesta es algo más que las grandes ferias soportadas por un abono con musculatura que las hace viables con medidas de ajustes a costa de balances menos rentables o nada, pero con margen suficiente de defensa en tiempos de sobrevivir.
Simón Casas, empresario —entre otras plazas- de Alicante ha puesto el dedo en la llaga “se pierde dinero todos los días” , incluso se ha arrogado, no sin cierta razón, casi la exclusividad del mensaje-alerta denunciando que pocos o ninguno lo dicen, y menos afrontan la situación.
Tiene razón cuando señala a las administraciones públicas propietarias de los inmuebles como las causantes de tal situación por el “tancredismo” con tufos despectivos hacia el toro de que hacen gala y no flexibilizar las exigencias de canon por piso plaza y número de festejos en virtud de la coyuntura. Cierto. Pero no lo es menos que, como queda escrito antes, los dos factores de estas ferias-muestra, uno nada probable de cortoplacista y el otro, los mundiales, con fecha de caducidad, eran previsibles, y el sector, como siempre, no ha movido ficha.
Es cierto que sería necesario, como en política, o en lo laboral, pactos o convenios que adecuaran los pliegos por parte de las administraciones titulares. Pero ello pasaría por un primer paso de unidad entre los empresarios con mensaje unívoco, cosa improbable por la acrisolada competencia desleal y la desconfianza —todos contra todos- del sector de la que son conscientes y sacan su tajada dichas administraciones. Pero, en el mejor de los casos, dicho entendimiento y para garantizar la igualdad de oportunidades como norte de toda “cosa pública” conllevaría la resolución de los contratos en vigor y sacar concursos nuevos asequibles al momento, si se quiere, incluso, partiendo con alguna ventaja (vestida de experiencia in situ) del arrendatario afectado. Pero este es el minuto del partido en que los empresarios reculan. Incluso el propio Simón Casas no lo deja claro en sus manifestaciones si no todo lo contrario. Me explico, lo que se intuye pretende, o pretenden, es que uno a uno, y mirándose de reojo todos, arreglen su problema puntual y que su administración correspondiente le revise su pliego, que no es otra cosa que la oficialidad de su oferta voluntaria con la que ganó a otros, de forma unilateral en flagrante compadreo.
En cualquier caso me ratifico que Simón Casas tiene la razón en denunciar como parte de la imposibilidad de, al menos, defender el negocio la voracidad inmisericorde de las administraciones y su total abandono falta de apego y cariño al segundo espectáculo de masas en España.
Pero, como muchos toreros, su valor es limitado, y su razón es parte, o media razón, que como las verdades a medias, a veces, son nocivas por ser maniobras de distracción de la realidad de los hechos fundamentales:
1.- Que son los propios empresarios taurinos los que tienen la iniciativa de presentarse a los concursos sin que nadie les obligue y que con sus desorbitadas ofertas en canon y festejos vician a una administración ya de por sí usurera y que ve la puerta abierta en la modalidad de concursos al alza, la mayoría sin tope, para que entre todos encubran auténticas subastas descabelladas.
2.- Y más importante. Las barbaridades que están pidiendo, y cobrando las figuras, o llamadas figuras, del toreo. No por que jugarse la vida tenga precio, o lo ponga la crisis o el fútbol, no: el arte en simbiosis con la vida en juego no lo tiene; simplemente por que no generan lo que pretenden, y en muchos casos consiguen en cuanto a “caché”. Ni siquiera juntando a los tres de mayor tirón en, aproximadamente, 25 festejos celebrados en estos días y en estas ferias clásicas de junio, y con el medio toro de alivio, a lo más que se ha llegado a los ¾ de aforo en este tipo de carteles, o el casi lleno de Burgos, con el ganadero local, Antonio Bañuelos, El Cid, Castella y Talavante.
Pero llegado a este punto ¿Quién le pone el cascabel al gato de la autocotización y el dinero de las figuras que no acaban el papel, repito, ni de tres ten res? Simón Casas también mira para otro lado.
Son legión, por no decir todos, los taurinos, muchos, que van a acabar con el cuello escayolado o con “collarín” de quita y pon según venga el aire. Porque la cuestión es siempre “echarle la culpa al empedrado” : el “síndrome de tortícolis”, patología crónica de la gente del toro.
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