2 de febrero de 2010

Un torero de Madrid y un apoderado de Murcia

Murcia es una tierra casi desconocida, en todo, por discreta. Pero merece mucho la pena.
En tauromaquia puede preciarse de un coso, La Condomina, con más de 14.000 plazas, con cerca de 125 años, pero funcional y modernísimo, puesto al día en instalaciones y comodidad. Sus tendidos con butacas de “pvc” y el lujo de sus palcos VIPS fueron pioneros.

Su feria, por septiembre, una semana de toros, es esa que nadie, ninguna figura, se quiere perder y el anhelo del resto del escalafón. Sin embargo su grandeza, por ese discreto encanto , como el de la burguesía de Buñuel, pasa desapercibida entre el ruido de otras ferias coincidentes en el tiempo; pero sus sucesos dejan huella.

La gestión de su plaza es privada. Su propietario, dentro del elenco de una sociedad, es Angel Bernal. Murciano, punto en boca. Dicen los taurinos que es la plaza más seria en los cumplimientos contractuales y generosa en honorarios. Tampoco se le da altavoz.
Pasan Murcia y su empresario por la tauromquia de hoy con sobriedad. Sin la vanidad propia del sector.

Hace semanas se supo que Bernal apoderaba a César Jiménez. Un anhelo de tiempo, una fe en el madrileño, como Andrés, el señor de Murcia que, al final, llegó hasta París para enamorarse de Ninette. Pero extraño apoderamiento en el momento más delicado del mismo. Un buen torero que dio varias vueltas a España acartelado en las mejores ferias y midiédose a las figuras, rematando cadatarde, genralmente en triunfo. Pero hace tres o más temporadas que esa situación no se produce, antes al contrario: devaluación de crédito y recesión de espectáculos; casi bajo mínimos: poco más de una veintena de festejos.

Un torero, un buen torero, pero en el ostracismo; que es lo peor que puede ocurrir con el sistema en el que está instalado, en la actualidad, “el toro”.

Y es donde Bernal y Murcia, su plaza, con sordina, pero eficacia, el poder de lo sutil, evidencian su peso específico, por que un kilo de plomo y un kilo de paja, al final pesan lo mismo.
Se están cerrando carteles y ferias de comienzo de temporada y se cantan, con razón, las injusticias de este mundo del toro, como la marginación de un maestro como Fundi y un torero, tanto tiempo yunque, que, sin pretender ser martillo, simplemente reclama para sí, su sitio, el que se ha ganado delante del toro: Diego Urdiales.

Injusticias que hacen dudar del aserto que “el toro pone a cada uno en su sitio”. Ahí está el caso de otro “veterano de guerra” curtido en mil batallas, Antonio Ferrera, excluido de Castellón, feria en la que triunfó de forma rotundaen la corrida de Victorino, y por lo tanto en el conjunto de la feria.

Puede que el toro ponga a cada uno en su sitio, pero como la justicia, es lento. Y al que le toca le toca.

De tal guisa Bernal ha colocado a Jiménez en Valencia y en Sevilla. Y tiene buenas perspectiva para redimirse en Madrid donde el ambiente es hostil. Y Murcia, la feria de Murcia, tiene pocos cromos que cambiar. Alguno pero pocos.

No es el caso, pero hay situaciones en que el antiguo apoderado de Jesulín, Manolo Morilla, se carga de alguna razón, dentro de su chascarrillo cuadno dijo que el apoderado es un señor denostado y maltratado, pero rumboso al admitir que los toreros se quedaban el 85 por 100 de lo que ellos generaban.

No presumirá de tal Bernal, que no hace ostentación de empreario poderoso y menos de apoderado.

Pero Jiménez, como “Ninette” ha encontrado para remontar su carrera a un “señor de Murcia”.
Bernal es Murcia. El discreto encanto de la “murcianía”.
FOTOGRAFÍA: José Ramón Lozano

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