22 de febrero de 2010

Jesulín y el toreo mediático

Jesulín no ha reaparecido el sábado en Vista Alegre. Se dañó un brazo, el izquierdo, el jueves mientras ayudaba a afeitar un toro en el mueco para matarlo y ultimar su preparación. Dándolo por bueno, cuando menos se antoja imprudente. Y cínico, pues alguien dirá, y no jocosamente, que el toro tiene peligro no solo afeitado sino enclaustrado en el angosto mueco para justificar lo injustificable: su manipulación para las corridas.

No hay por qué dudar de la veracidad de la lesión ni la honestidad del equipo médico que firma el parte, aunque lo del “partecito” es moneda de uso común y breviario de cabecera de la picaresca taurina. “Tanto va el cántaro a la fuente…”

Tampoco es mentira que el viernes se llevaban vendidas poco más de 1.000 entradas par el acontecimiento. Y, según fuentes oficiosas, el apoderado del torero mantuvo, es misma mañana, una vez producida la lesión, un vivo interés por la marcha de la taquilla y honda preocupación por la repercusión en los honorarios del torero.

Hay precedentes. Ya era torero polémico y mediático cuando sufrió el accidente en septiembre de 2001. En su reaparición en 2003 en Olivenza, con Morante y El Juli, llenó y días mas tarde en su tierra, Ubrique. Pero llegó Castellón, tierra que quiere, de siempre, al diestro y lo acoge como castellonense consorte, que ya lo era. Y la cruda realidad: algo más de media plaza con Javier Conde y Rivera Ordóñez, ya empezaban los empresarios a buscar lo mediático. Días más tardes en El Puerto, medio aforo, también con Rivera Ordóñez.

No hay mal que por bien no venga. Sirva esta novela, fabulándola, para extraer la moraleja: el toreo está lleno de tópicos y tretas. Uno de ellos, y martingala de los empresarios, es juntar repetitivamente en un cartel cerrado a tres toreros que por sus circunstancias personales y sentimentalmente azarosas creen que le van a llenar la plaza. El invento de los mediáticos, funciona, y muy bien, donde no hay toros, o la mínima afición.

Jesulín mandó en el torero como pocos lo han hecho en los últimos 50 o 60 años. Su cabeza, su valor, su temple, su técnica le llevó a esos lugares de privilegio solamente reservado para unos, muy, pocos escogidos. Se puede discutir su rotundidad cuando afirma que “en la actualidad no hay ningún torero que posea el tirón que yo tuve”.

Lo que es irrefutable es que es pasado, mucho
Y sí tiene razón cuando proclama solemne que “Ganaría más vendiendo exclusivas que toreando”

Pues ¡hala!, a la faena. Razón tenía el periodista Carlos Crivel cuando anunció, en el otoño invierno su reaparición: “¡Oiga, y ¿a usted quien le ha llamado?!”... del toro, se refería.

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