Corrida de Cebada Gago. Raro es el año que no se lleva algún premio en Pamplona; por lo civil o por lo criminal .Hierro mimado. La corrida no fue buena, salvo el primero y el tercero, dejándose, pero algún premio caerá. Cosas de Pamplona y su taurineo una vez al año. Antonio Barrera tuvo en el que abrió plaza un toro de guapas hechuras, movilidad, algo descompuesto al principio, para acabar noble, algo apagadito. Barrera anduvo seguro y sobrio con momentos de gran temple sobre la mano derecha. Faena de buen concepto pero de vuelo de triunfo bajo que remontó con la estocada para conseguir la oreja. Buena salida tuvo el cuarto, cambió en banderillas y terminó poco menos que imposible, cortando por ambos pitones en la muleta. Barrera resolvió con oficio y cierto aguante para terminar de buena estocada.
El segundo salió con malas intenciones, sobremanera por el pitón derecho. Francisco Marco, valiente, estuvo más pendiente de la esgrima que de elegir los terrenos adecuados para atenuar la perversidad del “cebada”. Dándole los adentros y consintiéndole terrenos de chiqueros provocó que el toro desarrollara más sentido. Mala suerte, el quinto fue “burra” para labor, voluntarista sin brillo, muy larga que lo único que le propició fueron dos sustos por mera inercia de pararse el animal y tirar la cornada. Además lo pinchó.
Noble de arrancada, y pronto, fue el tercero, buen embroque, para pasar perdiendo clase en el viaje. Más claro por el derecho; para muchos menos para el torero. Aguilar hizo una labor larga con picos y valles en el temple y en la firmeza. Fue el tramo final más regular en hacer buen toreo y terminar de media estocada para dar una vuelta al ruedo. El sexto iba a la muleta entre topar y arrollar, afortunadamente con las fuerzas y el empuje muy medidos, para quedarse las intenciones en amagos. Aguilar se la jugó, a sabiendas del nulo eco; solo para buenos aficionados y profesionales.
10 de julio de 2009
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