14 de julio de 2009

Oreja a Ferrera en el único Fuenteymbro posible

Corrida de Fuente Ymbro . Desde su bautizo sanferminero no ha fallado ningún año en conseguir algún premio. Seria, honda y bien armada: en el tipo de la casa.

El primero fue noble animal, sin mucha clase, pero moviéndose mucho, franco; ovacionado en el arrastre. Ferrera calentó al público en banderillas, más con la puesta en escena que el acierto clavando. Faena larga de corte populista de muchos pases, con cierto aire, pero sin obligarle nunca ni meterse con él a fondo. Un espadazo provocó la pañolada y cayó la oreja. Repitió espectáculo en banderillas con más ajuste y precisión a pesar de la dificultad de un toro que marcó tendencia a los adentros. Animal de va y ven, sin mucho recorrido y algo protestón si no iba sometido. Lució Ferrera en la segunda mitad del trasteo en los muletazos, uno en uno, de dentro a fuera. Pinchó, antes de dejar una estocada atravesada. Saludó una ovación.

Perera sorteó un animal muy de público por su agresividad pero malo para el torero. Acostándose por los dos pitones y enmascarando su falta de entrega con su fuerza desleal y que terminó rajándose. Una voltereta escalofriante condicionó una lidia de aguante y ¡tío! De Perera, con semblante sereno y oficio diestro para sortear el gambeteo sin enmendar. Se volcó en la estocada, media en la yema para consumar triunfo; una oreja. El quinto fue el sobrero. Manso de libro, huidizo e inhibido de cualquier pelea pero sin renunciar a buscar “hombre” al menor descuido. Perera no tuvo más opción que matarlo habilidoso pero se eternizó con el descabello.

Daniel Luque tuvo por tercero un toro mansito, limitado de bríos y diciendo poco. El sevillano quiso que el animal se adaptara a su comodidad del toreo en la corta distancia y se afligía. Toro y torero no se pusieron de acuerdo, sin reñir, y todo resultó muy vulgar, incluso el espadazo en los bajos. Genio desagradable desarrolló el sexto. Luque se justificó con disposición y cabeza en el “me quito me pongo “a falta de lucimiento. Prudente a espadas lo pinchó dos veces antes de la estocada.

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