Puerta Grande para Rubén Pinar. Oreja a Fandi y Joselillo. Vuelta para Rafaelillo.
Fin de semana mortal. El viernes, en el encierro caía mortalmente herido, por cornada en la yugular, el mozo madrileño (Alcalá de Henares) Daniel Jimeno. Desde Negocio nuestras condolencia a familiares y allegados. Se corría el encierro de Jandilla, señalado por la estadística de los últimos años, aunque, por fortuna, nunca tuvo percance de similar magnitud.
Por la tarde la corrida. Y los de Jandilla, incluido el tristemente famoso Capuchino, noble, con buen pitón izquierdo, que le cedió, tras su muerte, una oreja a Fandi dejando claro que su destino es una plaza de toros. Toros encastados de distinta condición el lote de Tejela que con el segundo se dispuso a sufrir lo justo y con el quinto a gozar lo asumible desde una ambición muy contenida. El de Rubén Pinar bueno, sobremanera el sexto. Lote que desorejó el joven manchego por distinta condición: amontonado y por fuera en su primero, el espadazo fue de premio. Y más reunido, templado y lúcido en el que cerró plaza. Primera Puerta grande de un matador de toros en la feria. La gloria al anochecer de un día que amaneció tragedia. Miseria y grandezas, la magia que envuelve al toro.
El sábado los de Dolores Aguirre. Importante encierro que aspiró a corridón de toros de no ser tan simple, y sin embargo masacrado en el caballo, el cuarto y que la calidad del quinto hubiera ido encollerada con una dosis de casta para no venirse abajo tan pronto. Corrida de premio, hasta el momento, y conociendo Pamplona más; y 3º toro de trofeo Carriquiri, que no sé porqué se quedó sin vuelta al ruedo: bravo e incansable; lo de la clase son tics de señoritos. El sexto fue otro gran toro. El lote de Joselillo: muy atacado de ganas, podido por la ansiedad, que cortó una oreja de su primero por un espadazo de libro y al que su ardor le hizo obviar la técnica en el sexto. Con el viento del público a favor, iba para dos orejas cuando sobrevino una muy fea voltereta que acusó conmocionado para pasarlas negras a la hora de matar. Hubo, igualmente, un segundo encastadísimo, y ese quinto, de gran clase, pero moribundo en la muleta a los que David Mora toreo con capote y muleta de primor pero hay que pedirle más sentido de la medida, en todo. Un ambicioso David Mora, torero de los pies a la cabeza, artista y temerario a la vez, sabedor que es la forma de romper, tuvo momentos de atropellar la razón provocando que el toro, por dos veces, le arrollara a él. Un primero agresivo, pero sin más argumentos para asustar a un Serafín Marín desdibujado y acomplejado que lo dejó crudo en el caballo para vengarse en el cuarto alevosamente.
Ayer domingo los “miuras” sembraron el terror por la mañana estando a punto de repetir, corregido y aumentado, el trágico lance del viernes. Dos heridos muy graves, uno de los cuales, al menos en los primeros instantes, se temió por su vida. Dejaba un rastro de otra media docena de heridos. Fue el toro Ermitaño que por la tarde en el festejo defería correspondió a Jesús Millán, cuya cuadrilla decidió echarlo “por delante”, en tercer lugar. Llegó muy “avisado”. Ni los dos “leñazos” del picador aplacaron su instinto. Millán hizo un esfuerzo con toreo a la antigua; sobre las piernas. Parecía imposible matarlo; lo hizo con destreza al tercer intento. El sexto no humilló, ni embistió. Topaba, para frenarse. Millán lo intentó conjugando entrega con precaución de veterano. Un suplicio para matarlo.Padilla torea en Pamplona como en el patio de su casa. Tiene cogida la medida a los “miuras”. Abrió plaza un toro con poca clase y emoción que se dejó. Padilla lo muleteó suelto y resuelto. “Un regalo” fue el cuarto. Cortando por los dos pitones. Como en el primero banderilleó, Padilla, con oficio y se lo quitó de en medio con dignidad.Rafaelillo tuvo, segundo, un toro con poca fuerza al que el murciano dosificó, con cabeza, y se estiró, con gusto en diferentes pasajes. Tan a gusto estaba, que en un “relajo” le echó mano, afortunadamente sin consecuencias. Apuró por alto, de uno en uno, con valor y compromiso. Se tiró a matar cogiendo hueso y dejar, después, una estocada de torero bizarro. Noble y bueno, el quinto (pero Miura), le permitió a Rafaelillo torear largo y templado, para sufrir en el arrimón final. Al entrar a matar, mete y saca, el animal se partió la mano, y el espectáculo de la agonía le lastró el triunfo.
Reseña.-
Plaza de toros de Pamplona.8º festejo. Lleno
6 toros de Miura, grandes y cornalones. 1º fue y vino, con poca chispa y cierta nobleza. 2º poca fuerza, manejable. 3º y 4º imposibles. 5º noble. 6º malo, sin humillar.
Padilla, pinchazo y estocada; palmas. Estocada baja; palmas.
“Rafaelillo”, pinchazo, estocada contraria y descabello; ovación con saludos, tras aviso. Estocada al mete y saca y descabello; vuelta al ruedo.
Jesús Millán, dos pinchazos y estocada casi entera; silencio. Cinco pinchazos y media estocada; silencio.
13 de julio de 2009
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