10 de julio de 2009

Oreja Castella, cornada a El Cid

Cara y cruz en corrida muy deslucida de El Ventorrillo. Manzanares, compuesto, por encima de sus dos enemigos.

De la larga semana de toros en Pamplona apenas tres carteles son de feria que se precie. Es lo que ocurre con plazas que llenan, abarrotan, tan solo con su sólida tradición. El de ayer uno de ellos. 5º festejo de San Fermín, la “Feria del Toro”. Tarde de cielo azul.
EL Ventorrillo exhibió por la mañana un “corridón” en el encierro, que además fue rápido y sumiso, a lo suyo. El Cid empezó a remontar pasado San Isidro y llega como flamante triunfador absoluto de la feria de Burgos. Castella ha vuelto a estar en torero total tras una etapa a caballo entre “Farruquito” y Micki Molina (de hechuras); es uno de los pocos que han abierto la Puerta grande de Madrid en este 2009. Y Manzanares es la “esperanza blanca” de la elegancia y el empaque que además le hace falta un triunfo rotundo y con eco. Mejor ocasión, imposible; para los tres.

Ambientazo. La misma multitud que durante todo el ciclo, pero no se que tienen estas tardes que se respira otro aroma; distinto del tufo. A las dos horas la fragancia de expectación fue hedor de decepción. Lo de siempre.

Muy abierto de cuernas, el primero era la muestra; cuna ancha con la que es difícil torear por no caber en la muleta, pero ese es el toro que muchos piden, y más facilidad para en cualquier movimiento “hacer carne”.

Pasó en el que abrió plaza, que ya con el capote se vencía por el derecho. En el primer muletazo de tanteo, pierna flexionada, el toro apuntó colada; se previno el Cid y esquivó, pero entre que dejó la pantorrilla muerta, atrás, y la anchura de sienes el toro le prendió por encima de su rodilla atravesándole el muslo y una vez en el suelo le enganchó por detrás haciendo palanca con sus partes blandas.

Trasladado a la enfermería Castella asumió la lidia del animal. Luego, el toro, no fue nada; con ritmo cambiante, siempre con “la primera” metida. Castella le obligó, le sacó unos pases y el toro se afligió, tanto como el francés con la espada.

La corrida quedó en mano a mano, por lo que el primero de Manzanares salió en segundo lugar. “Un toraco” que no se definió en los dos primeros tercios. Pitón derecho noble pero de embestida pesada, costándole desplazarse por kilos de más y casta y fuerza de menos. Manzanares, un poquito por fuera, lo pasó en tandas muy cortas y de pasos perdidos por el reponer del toro. Por el otro, al obligarle, se rajó. Estuvo Manzanares mucho tiempo en la cara del toro en labor de entrega; poco más. Lo pinchó.
Toro “paletón” (abierto en demasía de cuerna en remedo de bahía y de altura uniforme) fue el tercero, que había sorteado Castella para su primer turno. No se dejó con el capote. Se dobló bien de inicio Castella para luego costarle coger el punto de temple, enganchones y rectificar terrenos: deslucía el lance. Citando con la muleta en la cadera acrecentaba el desacople antes que levantar vuelo. Toro noble, sin mucha clase, pero que se dejó. Breve, pero más limpio y quieto Castella en el toreo al natural en labor cuyos momentos más intensos se perdieron en el conjunto de largo metraje. Péndulos finales, redondos citando de espaldas y la limpieza de la estocada propiciaron la oreja. El quinto permitió que Castella luciera con el capote. Buen toro, con ritmo, desplazamiento y clase, repitiendo. Castella, motivado, le dio sitio y lo entendió bien, poniéndosela por delante y llevándolo muy toreado, mandando pero sin obligar en exceso, dosificando fuerzas. El toro se rajó en el inicio del toreo al natural y aunque siguió metiendo la cara la fluidez de toro y torero fue espesando.

Manzanares echó por delante el que hubiere sido de El Cid, su segundo. Toro con problemas en las manos, resintiéndose continuamente y hasta echarse por dos veces en la muleta. Noble, mansito, pero sin poder. Josemari cumplió el trámite y lo mató con destreza. El Cid se había reservado para cerrar su actuación el toro menos “de Pamplona” (aboyancados), la edad si lo era: casi seis años. Noble de condición pero con muy poca fuerza Manzanares disfrutó de los momentos menos esaboríos de toda la tarde. Se vino arriba. Compuesto y con empaque lo llevó templado, ligadito y por bajo. De menos a más. Se rajó el toro y cambió el rictus de Manzanares que no su disposición. Lo mató con facilidad y escuchó aplausos.

El Cid.- Cornada en la cara interna del muslo derecho de dos trayectorias. Una transversal que atraviesa la piel, otra ascendente que interesa el músculo anterior y otra cornada, breve, en el escroto.


Reseña.-
Plaza de toros de Pamplona. Lleno
6 toros de “El Ventorrillo”. 1º sin fondo.2º, fue y vino, incómodo.3º noble, poca clase. 4º entre lesionado y enfermo. 5º bueno, hasta rajarse.6º noblote y humillando, sin fuerza; se rajó.
Manuel Jesús “El Cid”, cogido en el primero.
Sebastián Castella, dos pinchazos y estocada; silencio. Estocada; oreja. Mete y saca y estocada trasera; saludos tras dos avisos.
Josemari Manzanares, tres pinchazos y dos descabellos; silencio. Estocada; silencio con aviso. Estocada; aplausos.

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