El diario El País, nada dudoso respecto de “los toros”, días pasados, el domingo y en El País semanal, publicaba un artículo brillante, más desde su asepsia, de Javier Marías sobre los toros, Cataluña y la ILP prohibicionista. Tres semanas después, con sosiego y reposo; madurado. Una vez pasada la resaca de vanidades que eruditos y pedorros vomitaran literatura tópica de forma oportunista al hilo del pitón de la coyuntura.
Marías, más en Ponce que en José Tomás, sin despeinarse, ni levantar pasiones trágicas, en pocas líneas —ante tanto tratado ilustrativo, más que ilustrados- ha despachado al marrajo.
Según el filósofo, la cuestión es “un afán más de prohibir aquello con lo que no se está de acuerdo, una muestra más del espíritu dictatorial y franquista que continúa anegándonos y envenenándonos". Más que el tabaco, añado por mi cuenta.
A su juicio, "quienes quieren acabar con las corridas, en suma, lo que pretenden -o pueden conseguir sin darse cuenta- es extinguir una especie, que sin ellas no sobreviviría (...). En vez de hacerlo en la plaza, tras darles una vida plena y libre de más de cuatro años, se haría en secreto, nada más ser paridos. Si eso da buena conciencia a los antitaurinos, que me expliquen los motivos. Porque, suponiendo que los taurinos sean "torturadores de animales", los enemigos de las corridas resultarían ser exterminadores de animales. Y, francamente, entre los primeros y los segundos, prefiero con mucho a aquéllos, que al menos les causan una muerte en combate tras permitirles una vida. Éstos ni siquiera consentirían que tuviesen vida, ni que perdurase el toro bravo". (El País, semanal del domingo 3 de enero de 2010.)
En sentido contrario, y desde una ignorancia supina sobre las “subvenciones a La Fiesta” se ha manifestado en un blog el antiguo director (su condición de ex no se explicó suficientemente, en su día) y hoy cacique de opinión, del diario Público, Ignacio Escolar, el hijo de Arsenio, que es uno de los anti taurinos más activos y pizpiretos cada vez que hay que lucir palmito en cualquier debate al uso.
Su ocurrencia sobre la no exterminación de la raza brava si se suprimiera el espectáculo de la corrida reside en que “bastaría con que los ayuntamientos gastasen en reservas naturales una cuarta parte de lo que hoy emplean en subvencionar la tortura animal para evitar tal drama. El lince ibérico también está en peligro de extinción, y nadie defiende que la solución sea torearle”. En el tipo de la casa, tal que Zapatero o Mr. Bean.
El periódico Público, en el que se refugia Nacho Escolar tras ser incapaz de dirigirlo, se engloba en El grupo Mediapro en el que, entre otras “mercedes” zapateriles, se ubica el canal de televisión La Sexta . Ambos no son dudosos de sus tendencias tripartitas: el socialismo marxista de Zapatero, el nacionalismo catalán —de donde proceden- y en consecuencia su aversión a la Fiesta de los toros. En éste apartado lo del canal de televisión es una evidencia comprobable y lo del diario es una experiencia que viví en primera persona.
Por ello toma un mayor valor los datos que, aún supuestamente maquillados, una encuesta de La Sexta ha revelado y publicado: “el 68,8% de los españoles no son partidarios de prohibir los toros y que el 53.1 % ni siquiera está de acuerdo con la apertura del debate”. Y lo firma la Sexta.
Ambos porcentajes están por encima, el valor relativo, y muy por encima, el absoluto, con lo que Cataluña, incluso Barcelona que es la que hizo subir la media, dio el OK a un Estatuto de Cataluña que se esgrime, por parte de la sociedad política y la burguesía, catalana más la extrema izquierda “naZionalista” de los anti taurinos, como una amenaza de velada guerra civil si el Tribunal Constitucional no se somete a los caprichos e intereses espurios de unos pocos y tabulado en las urnas, par sus respaldo, por debajo del 50%.
Javier Marías confiesa haber acudido a los toros dos o tres veces en sus 58 años de vida. No le gustan. Educado en EE.UU. es filósofo, escritor, traductor y sucesor de Lázaro Carreter en la Real Academia. En su currículo más de una veintena de importantes premios y reconocimientos de corte nacional e internacional. Es el hijo de Julián Marías, el sucesor más preclaro de Ortega y Gasset. Republicano y repudiado por la Universidad franquista. Académico desde 1964 y premio Príncipe de Asturias en el año 96.
Javier Marías publica periódicamente en El País. Desde hace tiempo. Salvo el período que les “echó la cara arriba” por censurarle un par de trabajos.
Nacho, nachito, Escolar se ha quedado, de momento, en bloguero y, naturalmente, tertuliano; de atrezzo y de cuota, off course. Es hijo de Arsenio Escolar (1958) “niño del Plan de Desarrollo”. Cerró el semanario El Siglo y abrió el “prestigioso” 20 minutos; inspirado en La Farola pero con ínfulas de profesional.
Los datos son elocuentes. Los estadísticos, los del refrendo del Estatut, los de los Marías y los Escolar.
Dos formas de entender la democracia, la genuina y la impostora. Con “C” y con “Z”. Y los toros como arbitraje.
10 de enero de 2010
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