Se les espantó con otra seña de identidad de la derecha periférica tan a flor de piel como el instinto liberal conservador, su componente nacionalista. Un error de celo por lo valenciano y un error de cálculo hicieron desertar por improbabilidad de triunfar en la suma de puntos en dichos apartados de experiencia de gestión por falta de pedigrí y valencianía. Tal como De la Vega con el censo pero esta vez sin que el funcionario de Benimuslem, Alaquas o Buñol pusiera el sellito en un certificado impostor.
Se colige, por tanto, que no es veraz que el pliego se hiciera a medida para uno específico de los cuatro –valientes- presentados.
Tampoco se pensó que la “cooperativa capitalista” encabezada por Boluda, con la sombra de Ramón Calderón patente, fuera la más adecuada. Mas que una sociedad licitante una asamblea de compromisarios con servicio y seguridad incluidos. Además a las primeras de cambio les echaron del concurso. Por falta de solvencia técnica (lógico si son futboleros y malos) y ¡solvencia económica!. No es la primera vez. Se repiten historias. También que el pliego se confecciona con un perfil deseado y que el patán elegido o postulado mete la pata y la Institución su vanidad y queda compuesta y sin candidato oficial. Suele ocurrir.
En el anterior concurso un pertinaz Boluda, otra vez, junto con Emilio Miranda, hijo, se trajinaron a un pobre hombre, presidente de la Diputación por servicios prestados en U. Valenciana, y que por tal razón, su falta de pureza pepera, estaba en las últimas y a la defensiva para hacer de su capa un sayo y que primara el dinero, obvio. Pero el multimillonario naviero se vio arrollado por tres honrados industriales, un tabernero, otro de cerdos y el tercero de tragaperras: Serolo s.l. ¡Vivir, para ver!
Por todo ello la borroka valenciá anda barruntando el pucherazo aunque solo sea por indicios. Y especula ser la empresa de Las Ventas, otra vez la conexión “Alaris”, la beneficiaria. Y tal empresa y la Diputación pasto de la peor verborrea diarreica en el “tipo de la casa” en la carroñera búsqueda del “bous al gurtel”.
Sí es cierto que a todo el “compango” de las irregularidades que se cometieron en la concesión de Las Ventas y chapuzas posteriores, entonces, se le une, ahora, una interpretación de la Mesa de Contratación sobre su solvencia de experiencia que en principio no validó, con lesiones a terceros en circunstancias similares, y que admitió a concurso después con un matiz de subsane todavía más perverso: avalarse de la sociedad “tránsfuga” que subvirtió la concesión primitiva de Las Ventas para entregársela al “ladrillero del régimen” madrileño.
La Diputación lo tiene claro, o no. Pero el Gurtel y los “doberman” acomplejan. La disyuntiva no es fácil: o claudicar para acallar el chantaje de las voces y dárselo a cualquiera de los otros dos licitantes, ambos vistos con muchas reticencias o hacer acto de soberbia y mando ante tanto vociferante iletrado. O, sin ruido, efectuar un ejercicio de “ingeniería concursal” que cubra los aspectos legales.
Pero en cualquier caso cuanto antes. No pase como con el Gurtel, que empezó por un par de trajes y si se descuidan son dos baúles de la Piquer.
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