10 de mayo de 2010

San Isidro (2ª y 3ª de feria)

Sigue San Isidro en el mismo son que la muestra de inicio del pasado viernes. La inseguridad de aficionados y toreros sobre que corrida van a ver y que toros van a matar respecto de los anunciados, el pobre juego de los animales que al final salen por chiqueros y que, al contrario que sucediera en Sevilla, es, hasta el momento, feria de toreros por encima –y mucho- de los toros.

Sucedió el viernes con un descastadísimo y muy deslucido lote de José Luis Pereda en que Morenito de Aranda mostró su lado más firme (que es buen torero ya lo sabíamos) e Iván Fandiño se volvió a reivindicar seriamente.

El de Aranda pudo cortar la oreja del quinto de no ser por la falta de conocimiento del palco, esta vez sabido por la incompetencia demostrada del Sr. Martínez, para saber calibrar el rigor en la lidia, superando las muchas condiciones adversas del toro –el único que medio se movió, informal pero noble por el izquierdo, pero que en cuanto se sintió podido se rajó – , el planteamiento técnico, la calidad de los muletazos que le pudo robar, la disposición y exposición con tremenda voltereta por apostar pisando terreno comprometido, el intento de hacerlo por los dos pitones (sobremanera el derecho donde el toro buscaba “muñeco”) y además lo mató. Todo quedó en vuelta al ruedo. Su primero, manso huidizo, aconsejaba brevedad, cosa que hizo.
La actitud de Fandiño fue su mayor activo ante dos animales de viaje muy corto, sin humillar y pegando el tornillazo con bronquedad, más acusado el último que pudo engañar por su condición de bravucón. Saludó una ovación y fue muy aplaudido en el sexto.

El lote de Leandro fue un dechado de “descaste” y el de Valladolid anduvo con aseo.


Como pulcro, sin terminar de romperse, anduvo Uceda el sábado ante un animal de Osborne muy flojo al que no le benefició el achique de espacios, y el cuarto de Bañuelos, sin clase ni casta, poca fuerza, protestado, por lo que los muletazos de buen trazo no fueron tenidos en cuenta.

Lo mismo le ocurrió a El Capea, en cuanto a su lote, (también uno de Osborne (5º), un buey, y el de Bañuelos defendiéndose mucho y reprobado por el público) y en cuanto a la indiferencia, aunque en la apostura los dos toreros están el las antípodas, por ello Uceda saludó ovación tras una buena estocada en su primero, y Capea vio censurado con protestas el irse abajo, con la espada, en su primero.

La garra la puso el “confirmante” Javier Cortés. Manejó la cabeza con serenidad impropia de “novato”, y los trastos con buen aire de concepto, soportados por una técnica de torero maduro en la colocación y unas ganas lógicas de debutante. Cierto es que sorteó el único animal que desarrolló cierto viaje y nobleza, el primero, y aunque fue trasteo de altibajos sobresalieron las ganas. Tuvo que aumentarlas ante el bruto sexto y jugársela a espadas, saliendo volteado, para, al final, saldar dos ovaciones con saludos y dejar una tarjeta de crédito solvente.
FOTOGRAFÍA: Paloma Aguilar

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