25 de mayo de 2010

San Isidro: Aparicio y El Cid vs Gerardo Diego

“En un pitón lleva la suerte y en otro anida la muerte”, Poema del toreo, Gerardo Diego (1.963). La “parca” rondó por Las Ventas. La tecnología punta hizo estragos. La foto del pitón saliendo por la boca de Julio Aparicio era “guernikarra” y se pasaban los “móviles” de mano en mano ante el estupor: una imagen vale más que mil palabras. No había hecho más que comenzar la faena de muleta del primero de la tarde. Un toro, muy bajo y bien hecho, de Juan Pedro Domecq, que apuntó clase desde salir por chiqueros y al que el madrileño le había saludado majestuosamente con medios lances “apaulados”. Le había desahogado por alto, seguro, tranquilo (venía feliz a Madrid tras cortar las dos orejas a un toro el día anterior en Nimes) y desafiando a las rachitas de viento se lo sacó a los medios cuando el animal le medio derribó con una pata, intentó incorporarse el torero pero repitió el animal por lo que intentó protegerse con la muleta pero sin fortuna, el toro hizo por él y le infirió la grave, desagradable y morbosa cornada. Morante, tímidamente –respetuoso con el compañero herido- disipó, en tres o cuatro muletazos, suaves y mecidos, cualquier duda sobre la calidad del “juanpedro”. La otra corrida, la de las doce de la mañana, hora del sorteo, era para Aparicio. A partir de ahí se desbarató la tarde. Los cambios de turno, la desigualdad de hechuras de los “funos”, su falta de fuerza, la suelta de sobreros de otros dos hierros, la decisión de Cid de echar por delante sus toros y dejar el sorteado 4º para cerrar plaza y que a la postre fue en extraordinario ejemplar por el pitón derecho.
Aparicio había tentado la suerte con tino, pero ésta no da resquicio a lo preconcebido para en sus caprichosos cambios de sino, sin explicación científica que lo sustente, seguir alimentando, de forma macabra, su “prestigio” de veleidad imprevisible. Y al igual que el infortunio se lo encuentra uno sin argumentos terrenales posibles, la fortuna, para que te sonría te tiene que pillar preparado sobre los cimientos de la fe…en uno mismo. Lo hizo El Cid, tras ser muy cuestionado desde hace meses. Su feria había pasado mediocre y ,como el “Alcoyano”, a pesar de todo, pidió prórroga. Su intachable hoja de servicios en esta plaza y a la tauromaquia se impuso al “sentido común” que desaconsejaba fuera el sustituto de Manzanares provocando una especia de boicot en sus turnos de actuación pasados por sms incluseros de responsabilidad. El despropósito no hubiera prosperado, por desagradecido, grosero y abyecto, pero en cualquier caso la tarde estaba para El Cid que con los cambios de turno creo la confusión en los reventadores. Echó su primero por delante, un toro tan noble como soso, y le sirvió para, asentado y seguro de lo que se jugaba, apuntar a “sus fueros” y ganarse su primera ovación. Volvió a tener en el sobrero de Gavira un animal que sin propiciarle el triunfo esperado para reivindicarse le sirvió para dar otro paso más. Vencida la tarde con un Morante impotente ante un “equino” impropio de aprobar para festejo de lidia y un “tris”, sobrero, de Camacho (otro caballo, pero de fotógrafo) en el que dibujó lances de aviso sobre sus pretensiones de ser el “capo” de esta feria, salió ese toro que burló los designios humanos y birló a Aparicio para ofrecer a Cid no solo la extremaunción “in articulo mortis”, según muchos agoreros, si no la bendición de Dios con un pitón derecho al que Cid en su mejor versión, el tópico entendía tan sólo de “su zurda”, exprimió con espera, cadencia, largura, temple, remate y ligazón en cuatro series; cabeza fría para ponerse lo justo por un izquierdo más áspero, y medir la ambición, porque en su casuística puntual una oreja suponía un “carguero” de oxígeno…para todos. Tanto que ahora, si hubiera que sustituir a Aparicio, debería ser la afición la que pidiera la comparecencia de El Cid.

Bajó el espectáculo de ayer de los rejones por mor de la mansadita de Flores Albarrán. Cumplió Sergio Vegas e hicieron un esfuerzo tanto Ventura como Leonardo para abrir la Puerta grande. Ventura, al tran tran, con una oreja de poderío y técnica en cada toro y Leonardo por la espectacularidad en la eficacia del rejonazo de muerte que le valió dos “moqueros” del señor presidente, el que a los de a pie les mide de otra forma y les esconde la que otorga el público. Será que el “usía” valora más matar toros afeitados que en puntas... ya lo dijo ¿El Guerra?, “hay gente pa tó”.

Para el domingo Cuadri trajo un encierro grandón, de no malas hechuras que resultó mansote en el caballo y de juego desigual en la muleta. El primero fue noble, algo soso, faltó empuje y López Chaves lo muleteó con sobriedad y corrección. También le faltó un punto de chispa para compensar las carencias del animal que fue de menos a más corrigiendo vicios iniciales. El cuarto manseó mucho de salida para luego dejarse, a su aire, sin clase. Chaves se justificó con oficio y buen trato.
El segundo tuvo un comienzo alegre en la multe de Salvador Cortés que le llamó de largo y se arrancó. No se acopló Cortés entre el viento y la colocación para después irse apagando el toro, tardo en la arrancada pero luego repitiendo para irse viniendo algo abajo. Alguien dirá que aburrido. Se acopló bien por el derecho en el quinto. Toro de viaje claro pero pesado y corto, además de ritmo intermitente. Por el izquierdo los dos se quedaban cortos y todo se vino abajo al final.
Transmisión tuvo el tercero, que se paró algo en entramo final, y lo aprovechó David Mora con unas maneras excepcionales y un valor seco para torear muy templado y despacio. Pausado, sin prisa pero sin pausas. Tanto con el capote como con la muleta. Actuación muy seria que iba para premio, pero se le fue la espada abajo después de tirarse decidido. Fue ovacionado. Muy deslucido fue el sexto. Mora intentó hacer su torero serio de concepto y a favor del toro pero cuanto más lo intentó la cosa se ponía peor y el público se impacientaba. Mal con los aceros.


RESEÑAS

Feria de San isidro

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid (1ª categoría)


Viernes 21. 16ª de abono. Lleno
6 toros de J. Pedro Domecq, devueltos 4º y 5º, según orden de salida. Muy desiguales. Bueno el 1º, excelente por el derecho el 6º.
2 toros de Gavira, 4º, noble, justo de fuerzas, devuelto el 5º bis
1 toro de M.C. Camacho, parado.
Julio Aparicio, cogido grave en el primero, mató el toro Morante de la Puebla.
Morante (3º y 5º) media estocada; silencio. Dos pinchazos y media caída; silencio
El Cid (2º,4º,6º) dos pinchazos y media; ovación. Estocada atrás y ladeada; ovación. Estocada; oreja.


Sábado 22. 17ª de abono, 2ª de rejones. Lleno
6 toros de Flores Tassara, mansos y deslucidos.
Sergio Vega, pinchazo y medio rejón trasero; saludos. Dos pinchazos, rejón y descabello; saludos.
Diego Ventura, rejón contrario; oreja. Rejón ladeado y descabello; oreja.
Leonardo Hernández, dos pinchazos y rejón; silencio. Rejón letal; dos orejas.


Domingo 23. 18ª de abono. Lleno
6 toros de Cuadri, grandes. 1º y 2º noble. 3º y 5º ovacionados.4º y 6º mansotes.
López Chaves, pinchazo, estocada contraria y dos descabellos; saludos. Pinchazo y estocada caída, silencio.
Salvador Cortés, dos medias y dos descabellos; silencio. Estocada; pitos.
David Mora, estocada caída; ovación. Cuatro pinchazos y varios descabellos; silencio.

FOTOGRAFÍA: Paloma Aguilar

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