El primero fue noble. Algo renuente, pero en cuanto Eugenio de Mora le puso la muleta en la cara y no se la quitó, por abajo, templando, sin que le enganchara el toro tenía repetición y emoción. Fue una serie y corta, luego voluntad y algo de barullo. Tres naturales finales fueron buenos. Lo mató decidido y saludó una ovación. Bruscote se fue poniendo el cuarto. Buen comienzo de rodillas saliendo al tercio y luego labor sorda con exposición, no podía ser lucida, pero tampoco bien valorada, sí la gran estocada, por lo que saludó una fuerte ovación.
Serafín Marín hizo el paseíllo a la “catalana”, con barretina por montera y liado con la senyera a guisa de capote de paseo. Su primero manseó de salida para humillar y repetir, con calidad, en la muleta. El catalán se lució con un toreo de largura y temple pero en diferentes fases, sin compactar. Lo remató de un espadazo rotundo pero caído. Ovación al torero y muchos aplausos al toro. No tuvo suerte con el quinto, un ejemplar grandón con nada de casta, la cara arriba y muy poca fuerza. Serafín se quiso justificar sin volver la cara e intentado robar algún pase.
El tercero se dañó en una voltereta espectacular; lo acusó. Inició Bolívar con un precioso “cartucho de pescao” y luego anduvo sobrio y centrado para superar las adversas condiciones del animal, deslucido, por lo ya apuntado. Pinchazo y estocada baja. El sexto comenzó metiendo bien la cara pero sin fuerza para desarrollar, y pronto se rajó. Las opciones de Bolívar no eran muchas salvo no aburrirse en la cara, robar los que podía y estar por encima. Todo medido, cualquier cosa menos ponerse pesado. Dos pinchazos y media, se echó, sonó un aviso y todos a casa.
FOTOGRAFÍA: Paloma Aguilar
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