El sector generó, en 2009, 2.500 millones de euros a pesar del decrecer en un 22 % del número de festejos. Hay más de 1.200 empresas registradas como explotaciones ganaderas de bravo y todo ello supuso 3.7 millones de jornales en el ejercicio. Por su parte un estudio de la Generalitat valenciana avala un movimiento de 184 millones de euros en la Comunidad como consecuencia de las diferentes manifestaciones taurinas.
Sin duda, estos números, como referencia, y si me apuran mucho más escrutados y analizados, han debido de echarlos con anterioridad la asociaciones antitaurinas en especial el conglomerado que auspicia la ILP en Cataluña que lidera un argentino y otros “charnegos y polacos” colonizadores en tierra que dice tener, y chantajea con ella, identidad propia.
Los “okupas” del sentimiento de la ciudadanía catalana a pie de calle ya han botado el primer globo sonda tendente a dar a conocer su generosa flexibilidad para conceder una moratoria de dos años desde la anahelada aprobación de la prohibición hasta su implantación.
Dan por hecho el sí, como avanzadilla de curarse en salud, pero lo que se detecta es temor de Dios y del sentido común que sin duda se impondrá. Es más, esta ONG animalista se constituye en una especie de oficina de colocación y guardián celoso de las arcas públicas cuando argumenta que la bondad de la moratoria estribaría en tener tiempo suficiente para recolocar a los damnificados por la prohibición como buscar los recursos suficientes parra hacer frente a las cuantiosas indemnizaciones.
Otros que tal bailan son la franquicia socialista en Cataluña y la burguesía convergente que, a mayores, tras el conocimientos de los números del toro han tamizado los de los votos posibles en las próximas elecciones de otoño y su relación causa efecto según la dirección que tomaran respecto de apoyar o rechazar la iniciativas prohibicionista. La tibieza habitual de los “señoritos” catalanes no se entendería como una neutralidad si no como una cobardía conducente a un sí tácito a la prohibición. Y ha comenzado la “jindama”. De tal guisa que aún votando en contra de la ILP como se han manifestado los franquiciados del socialismo y dando libertad de voto los ricos y enriquecidos de “Divergencia y Revoltiño” han dado por buena la ocurrencia del argentino Anselmi y su “mariachi”.
No ha hecho falta ir a Bruselas ni actos panfletarios en el Liceo ni proclamas numantinas ni grandes plumas voluntaristas ni poetas y junta letras anónimos en busca del minuto de gloria. Predicadores de lo desconocido aleccionados en cursillos express sobre historia, genealogía, vida y milagros de una plaza en nostálgica añoranza.
Si la imagen cotiza por encima de las mil palabras, los números cantan. Solo faltan conocerlos, y a ser posible con estudios más completos.
Por ello, porque los números cantan, la letra de la temporada taurina en Barcelona tiene equilibrio y compensación pero la música puede ser de desafine
si los números, que cantan, no cuadran.
Si un año más el escalafón, a excepción de José Tomás, no se capaz de meter más de medio aforo, puede ser el inicio del camino hacia el abismo. La culpa no será tan sólo del poco tirón de las sfiguras sino la constatación de no haber un sustrato de público mínimamente suficiente para el mantenimiento de esta industria artística y de espectáculo en Barcelona.
Cuando “canten” estos números, no deseables pero que ahí están, sí llegaran los problemas de subsistencia. Y como el gallo a Pedro, en Barcelona ya ha cantado más de una vez; se ha negado, se ha hecho el “avestruz” y más : dos veces por año, con la llegada de José Tomás, el “pavo real”. La cruda realidad es muy distinta.
No hay mucho tiempo pero ahora se está a tiempo. ¡Los domingos todos a los toros en Barcelona!, sí o sí; por lo civil o lo criminal…. O más pronto, más tarde, sin moratoria, animalistas ni políticos oportunistas y de doble moral, los bous, a la “puñetera rue”.
Al corral sin necesidad de los mansos de Florito, del “gaucho” Anselmi, la Pilar “radiola”,el “cara” Rovira, el “omeya” Montilla o los caballeros del burgués Artur.
Números cantan… para lo uno y lo otro.
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