Sí es cierto que plazas de 3ª y las novilladas han sufrido un bajón importante, pero no olvidemos que partían de una situación irreal, sobredimensionada, y que muchos de estos festejos pertenecen a la economía sumergida taurina. Preocupa porque se tratan de espectáculos de base, principalmente las novilladas, si bien al tratarse de un espectáculo “selectivo”, su escaparate y su macro financiación están protagonizadas por una serie de plazas, y sus empresarios, y no más de una docena de ganaderías con una veintena de toreros, como mucho, que con su tirón son el pulmón del conjunto de la Fiesta. Un escalafón básico, con años de alternativa –como corresponde a una profesión dónde el oficio es primordial- a cuyo elenco es difícil se encaramen los jóvenes más o menos recién alternativados de forma súbita. Con lo cual el problema “cantera” es tan doloroso como relativo; máxime cuando el escalafón de los “pequeños” ha dicho muy poco o nada. No ha sido un año de cosecha para calificar.
Pero “hay motivos para la esperanza” porque ante la estabilización –“en figuras”- de la cabecera del escalafón, en la presente temporada se han abierto hueco para el circuito principal de ferias jóvenes como Daniel Luque y Rubén Pinar, con las expectativas optimistas de Miguel Tendero.
No es habitual que dos o tres chavales se cuelen de un golpe entre “los grandes” y se posicionen como tales para el año que viene desde el minuto “uno”.
Además, el segundo cinturón ha cerrado ejercicio con valores emergentes que auguran un refresco en la cartelería venidera. Son los casos de Diego Urdiales, José Luis Moreno, Sergio Aguilar, David Mora, Leandro, Rafaelillo, etc.
Toreros, ya cuajados, y capaces de soportar el rubro de las corridas duras y demostrar, en oportunidades más propicias, que además saben y torean bien.
En la cumbre, tranquilidad. Con las oscilaciones lógicas en cada ejercicio: Castella –el torero de 2009- ha tomado el relevo de Perera, sin que este haya perdido atractivo. Lo mismo que El Juli. Ambos con muchos retos planteados, asunciones de responsabilidades, que algunos no han salido bien, y otros se ha contado mal. Ponce y José Tomás han dictado sus lecciones magistrales de tauromaquias antagonistas, pero ambas válidas y que le dan a la Fiesta dimensión y versatilidad en su cima más alta.
En el tramo final ha alzado su voz la elegancia y el empaque de José María Manzanares, se ha recuperado a Talavante y El Fandi en su versión de “autorizado para todos los públicos”, ha llevado mucha gente con su espectáculo, lo que le ha hecho –un año más- líder con 98 paseíllos.
Morante se desinfló algo, por las cogidas, de mitad de temporada adelante, y El Cid es quien –antes de las cornadas y después- ha bailado con la más fea. Pero ambos se mantienen en la categoría, aunque solo fuera por los “servicios prestados”.
“Hay motivos para la esperanza”.
…. ¿Y Cayetano? Pues eso, que se llama Cayetano pero no es de Ronda.
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