15 de abril de 2009

El toro como problema (4 de Noviembre de 2008)


A falta de bravura, algo intuitivo, por reata, pero con gran margen de error por la misteriosa imperfección de la genética, hay que exigir de los ganaderos vergüenza, y presentar las corridas, grandes o chicas, con armonía de conjunto, respondiendo a uno de los principios de este espectáculo como es la estética, chicos o grandes, mansos o bravos, pero de seis en seis.
Desde que han ido despareciendo del parque móvil las matrículas con referencia provincial, lo del toro de Madrid, Sevilla, Bilbao, y sobre todo de plazas de segunda, Salamanca, Valladolid, Murcia, Almería, etc, se ha hecho todavía más tópico. Cosas de la globalización. Hay quien tiene claro cuál es el toro de Pamplona. Dudas hay sobre el de Madrid; Sevilla desconcierta. Bilbao, dicen, ha bajado un punto… Y lo cierto es que la camada de bravo, en general, está en recesión, por no mentar la palabra crisis. ¿Causas? Varias. Si tienen un rato entreténganse en analizar la evolución de la producción desmedida de productos en casi todas las ganaderías con un simple repaso del último lustro. Repararemos en el incremento de corridas lidiadas por cada uno de los hierros (casi todos). El año ganadero no ha sido bueno en la regularidad de corridas, con algo más de tres ejemplares por festejo que embistan (cierto es que estamos ante un bienio -desde la reaparición de JT y el efecto dominó por agravios-) donde, también es veraz, muchos toros no han tenido suerte en los sorteos respecto de sus matadores y, como la historia del huevo y la gallina, no se sabe bien como jerarquizar la causa-efecto para tales desencuentros que hacen de estas dos últimas temporadas un crecimiento cero en intensidad de triunfos y su repercusión, blasón, sólo sostenido, por la temporada casi completa de Perera.

Con todo y con ello, mucho más peligrosa es la pendiente por la que están derivando los ganaderos, con la pasividad de los empresarios y la permisividad de los veterinarios en cuanto a la presentación de las corridas. A falta de bravura, algo intuitivo, por reata, pero con gran margen de error por la misteriosa imperfección de la genética, hay que exigir de los ganaderos vergüenza, y presentar las corridas, grandes o chicas, con armonía de conjunto, respondiendo a uno de los principios de este espectáculo como es la estética, chicos o grandes, mansos o bravos, pero de seis en seis. En común, el hierro Todo antes que ver deambular por las plazas lotes de toros que sólo tienen en común el hierro en el anca dando sensación de estar vendiendo saldos o restos de producción en la estrategia, además de incrementar las camadas año a año, que dentro de esta inflación puedan servir todos los toros en corridas descompensadas por desigualdad; y estirar todavía más los lotes. Prefieren lidiar diez o veinte corridas en que en cada una metan al menos dos "bacaladas" tapándose -creen- con los otros cuatro, antes que quince o veinte ejemplares, por feos, que, o se queden en el campo para labores a puerta cerrada, o lidiar novilladas o festivales, o corridas en plazas sin pedigrí, dónde evidentemente no está el dinero de las de feria importante: esto se llama atraco permanente de diferente intensidad según el papo del ganadero, cuanto más prestigioso, demandado y cotizado, mayor. Siempre ha existido el guante blanco y el cuello duro, tanto como la visera, el zapato de rejilla y el palillo en la boca. El toro de… La pregunta del millón, que atañe, principalmente, a plazas de segunda. Antes que hacer una tesis estéril pongamos una referencia: el que, generalmente, se lidió en el trienio 2004-2006. Un animal tierno, en todos los sentidos, pero tan hermoso en su brevedad que antes que rechazo despierte ternura y comprensión, cariño, como todos los zagales chicos de cada familia y que, junto a sus hermanos, parezcan gemelos: mellizos, incluso siameses, todo un conjunto homogéneo al menos en be-lleza, en armonía (morrillo, alzada, lomos, culata y carne de relleno proporcional) no muy agresivo, pero con las cabezas y caras bien puestas y discretamente manipulado, que suponga un alivio para la confianza del torero y se relaje. Ese el es toro de… Si, además, embiste es ¡la leche! No es la panacea, claro, pero ese ha sido es y tendría que ser el toro -de seis en seis- de... Salamanca Murcia, Valladolid, etc.; porque -y es un hecho- es el que quiere el público que llena habitualmente la plaza y el que, de forma ¿espléndida?, paga el empresario que tendría que ser el primero en sentirse engañado.

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