15 de abril de 2009

Nadie es perfecto (9 de Septiembre de 2009)

Morante y su mecenas han tenido que aceptar a la trágala los 6 de Zaragoza para cumplir objetivos

Pronto y en la mano. Así lo ha entendido Miguel Ángel Perera, como, por otra parte, han hecho siempre las grandes figuras de todas las épocas. El anuncio de su encerrona en Madrid, la víspera de cerrar temporada de la misma guisa en Zafra (Badajoz) y tras haber pasado por Sevilla, en San Miguel, después de una temporada cuajada de éxitos arrolladores de pitón a rabo, de Olivenza a Dax (indulto de un toro de Victoriano del Río), por ahora retrata la pasta de figura importante -ambicioso dentro de la humildad y confianza ciega en sí mismo- del extremeño. Además, supone un balón de oxigeno para el atribulado inquilino de Las Ventas que como su ¿ex? socio Ramón Calderón ha estado toda la primavera especulando con una gran feria de Otoño, con El Cid y El Juli como Rodolfo Palentino con CR-7 para que luego le digan que nones, además, los Villa y Cazorla del escalafón, en hábiles maniobras -ambas- de distracción, el uno por su condición de mentiroso compulsivo y el otro -en el tipo de la casa- para asegurarse (por si no lo era seguro) la prórroga de señáEsperanza, que en materia venteña sólo sabe bailar este cha-cha-chá. Pero nadie es perfecto. Y Perera, tampoco. Nadie le va a pedir que termine en la devaluada feria de San Lucas en Jaén que, al paso que vamos, va a tener que contradecir al ministro Corbacho y aliarse con el oficialismo zapateril para contratar mano de obra en origen.
De anunciarse, hubiera conseguido el cum laude, pero bastaba con el 10, que hubiera supuesto su -seguro- triunfo y penúltima apoteosis en Zaragoza (plaza y feria de primera) por El Pilar. Y escribo penúltimo, porque con las bondades del clima extremeño, su broche podría haberse post puesto una o dos semanas y considerase festejo extraordinario en vez del gran reclamo de una feria más de plaza de tercera. Es lo que ha venido haciendo Enrique Ponce año tras año, salvo excepciones puntuales y por ocasiones fortuitas, o como, desde hace unas temporadas, si empieza en tierras extremeñas (Olivenza) pero no comparece en Castellón; porque nadie es perfecto
Salvando las distancias, es lo que ha hecho Pepín Liria para su despedida definitiva (12 de octubre) en el intento de rebañar al máximo las fechas posteriores al cierre oficial de la feria de Murcia, aunque en Zaragoza no han estado por la labor por que los designios de los empresarios son inescrutables y ni el torero ni Zorita son del todo perfectos. Ni siquiera el empresario de Zaragoza lo es al sacarse de la chistera un nuevo atracón de 6 toros para Morante de la Puebla con los abundantes precedentes y el inmediato de los tres toros en El Puerto donde ni el cantaor le insufló aire suficiente para no tener que parar y reponer en la enfermería antes de pasar por la ignominia de un boca a boca de un ayuda de mozo de espadas.
Tampoco son perfectos el torero de La Puebla y su mecenas apoderado, que han tenido que aceptar el trágala para cubrir objetivos. Ni supongo serán perfectas las medidas que se tomen en cuanto a dotaciones de bombas de oxígeno y contingente de bomberos para prever hechos como los de El Puerto o apagar las llamaradas del habano que el torero necesita como elixir para, relajado, ensimismarse en su concentración, y sacar lo mejor de su alma, instrumento con el que primorosamente torea. Lo mismo se puede decir ("nadie es perfecto") de Curro Vázquez, apoderado de Cayetano y que constituye la envidia de todos los toreros que reprochan a sus apoderados que no les cuiden como lo hace el de Linares con el pequeño de los Rivera toreros.
Cayetano, en maniobra maestra de su tío -fecha, abolengo del festejo, ganadería, cartel y, importante, sobreros- demostró en Madrid, el día de su confirmación, que está preparado para competir en Champions y no jugar la Intertotto, y así lo hizo en Málaga (1ª andaluza) en la que rebasó por el capote de paseo a Ponce y José Tomás. Sin embargo, sus numerosos éxitos no repercuten por su cuidado entre algodones mientras es de los que, después del de Galapagar, encabeza el escalafón en siniestros, algunos de chapa y pintura y otros muy serios como el de Palencia, que no deja de ser una plaza de segunda.

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