2 de abril de 2009

La fiesta, ante la crisis (2008)

No es que el 2008 haya sido la mejor de las temporadas recientes pero, con la que está cayendo, se puede hablar de desaceleración; nunca de crisis y menos de recesión. La fiesta sobrevive autofinanciándose y asiste, cual bomba de oxígeno a la música, por ejemplo (grandes gurús, generalmente pesebreros, a orquestas y charangas).

Lo hacen vía canon o de forma directa en las miles y miles de fiestas patronales. Además, la fiesta soporta, en general, multitud de impuestos que nutren las expoliadas arcas públicas afanadas en asesores tuneos, pompas y boatos. Es un activo sano (pero de verdad) al que no le desestabilizan las burbujas: en positivo, no causa inflación la burbuja JT y en negativo la de Francisco Romero.
El hombre orquesta de Castilla La Mancha Televisión ha estado a la altura de Martinsa, Lheman Brohers y similares en concurso de acreedores, pero con pana y visera, ni gobierno que le descontamine el activo de su ruina y damnificados. Los toros no solo no necesitan rescate financiero al uso de estos días, si no que sangres de otoño, como la de Perera, transfunden la sangre de mayo (pero no la de Frascuelo y El Ruso) si no la Sangre de mayo de Garci.
Este arte sólo demanda comprensión y, sino cariño, al menos respeto. Pero esta Fiesta, por tradición, es pollo sin cabeza. Es sector, desde su génesis, sin vertebrar. Ahora, al parecer, se arrogan la representatividad del gremio un mestizaje de todo tipo de profesionales -delante y detrás del toro- y variopintos autotitulados aficionados. Su primera acción ha tenido ecodoméstico, que no repercusión extramuros.
Una excursión a Bruselas. La segunda, tan sorda como sórdida, ya imprime carácter: oponerse al derribo de la plaza de toros de… ¡Tenerife! Mientras, en Zaragoza se prohíbe a los enanos sentirse artistas y toreros, además de provocar la sonrisa de niños. Todo, según la ordenanza municipal que les veta de realizar su profesión y ganarse la vida. En el País Vasco sigue larvado el proyecto de prohibir la entrada a los menores.
La calma chicha de Cataluña es altamente sospechosa. Mientras, un grupo de comadres, perdedoras natas, hacen un mal uso de las ondas, aflojándose la faja para aflorar los michelines de su totalitario discurso único antitaurino. Pero es más sugestivo una jornada de picnic y colaterales en Bruselas que tomar el metro a la Puerta del Sol, el autorres a Zaragoza o el AVE a Barcelona. Por ello, si París bien vale una misa, la romería a Bruselas bien valió un día: El día del orgullo torero, como otros días de orgullo pero sin carrozas ni carnavales, con testosterona, en tipo torero, con traje, corbata, y sin colapsar la Castellana. Si hay que ir, se va. Pero ir pa'ná...

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