Y ganaron. ¡Vaya si ganaron!
Tenía razón el ladrillero cuando se ufanaba como magnate de Las Ventas muchos meses antes. Comenzaba así, el Plan Aguirretxe de toros por cemento.
En los burladeros de la Comunidad oficiaban los hombres y mujeres de Esperanza Aguirre
Ni apoyos. El que firma y suscribe: a pecho descubierto, en los medios. Corría el año 2004, agonizaba el décimoquinto San Isidro de los hermanos Lozano y, de la misma guisa, barruntaba su gestión en Las Ventas. La feria olía a fin de ciclo. En los burladeros de la Comunidad oficiaban los hombres y mujeres de Esperanza Aguirre, una vez legitimada ésta por las urnas, en el otoño anterior, tras el tamayazo (golpe regional civil) de finales de San Isidro 2003. Nunca, dicen, se pudo probar si el habitual ruido de sables para derrocar gobiernos legítimos fue ruido de cheques, pero siempre se tuvo la sospecha de que entre las prebendas de los supuestos muñidores estaría la plaza de toros madrileña de Las Ventas y su futura explotación. A la sazón, ese verano -sin saberse de forma fehaciente el futuro de Las Ventas, pues los Lozano sólo hacían mohines a la posible continuidad mediante prórroga, pero no se definían- fue muy movido para un tosco empresario de la construcción madrileña que ávido de protagonismo y notoriedad social no tenía la discreción como virtud.
De la mano de un corredor de ganado extremeño que le había vehiculado -ese mismo año- la adquisición de animales de bravo de Villamarta, propiedad de los Guardiola, convino con un empresario taurino sevillano, bohemio y antisistema, un acuerdo para presentarse a la presunta licitación de Madrid, en la seguridad absoluta que era el próximo empresario de Las Ventas.
Acuerdo no consumado porque, una vez convocado el concurso (10-11-2004), y a punto de expirar su plazo de presentación de licitaciones, fructificaron las negociaciones que el padrino de la Comunidad -bajo el patronato taurino de Ignacio González- y el mamporrero (más tarde traidor) del empresario taurino José Antonio Martínez Uranga, Ramón Calderón, habían emprendido en aras de una unión de conveniencia a tres bandas: Comunidad, toros, y ladrillos.
Y ganaron. ¡Vaya si ganaron! Tenía razón el ladrillero cuando se ufanaba como magnate de Las Ventas muchos meses antes. Comenzaba así, el Plan Aguirretxe de toros por cemento. A finales de 2004 se otorgó la plaza a Taurodelta, con el beneplácito de crítica y afición, de forma casi unánime, pues (aunque conscientes del pucherazo) se había elegido un empresario taurino con solvencia y prestigio ante la aventura de otras licitaciones, quizá más valorables en la baremación, pero que no inspiraban el cien por cien de confianza. De tal manera, Taurodelta, licitaba con una oferta expresa en el que se recogía su condición de muy mayoritaria, mas las adhesiones accionariales de Fidel San Román, y el escaso, pero importante posteriormente, -por bisagra- porcentaje del 5% de Calderón. Sobre el 14 de enero, un enjuague político-administrativo daba luz verde institucional al acuerdo societario por el que Taurodelta se convertía en Taurovent, el empresario taurino era el botones y el ladrillero pasaba a cumplir uno de sus sueños: ser empresario, a todos los efectos, de la más importante plaza de toros del mundo.
Proseguía así, el Plan Aguirretxe de toros por cemento y hasta hoy en que Las Ventas sigue siendo carne de togas. Y el PSOE, sin enterarse de lo importante que son los toros, a través del coso de Las Ventas, para tirar de la manta. Con rigor, sin jugar a taurinitos para entretener a sus más mediocres militantes. Han pasado más de cuatro años, cuando empezaba, por las constantes denuncias argumentadas de sus atropellos, y por lo tanto sin posibilidad de réplicas en los juzgados, un tortuoso, cruel y vomitivo periplo de amenazas por goteo y otras prácticas de lo más barriobajeras durante más de 18 meses, que culminó en diciembre de 2006 con el albericidio. Los felones personajes de la historia han ido emergiendo enlodazados del fango en que han andado con frac y chistera. San Román (Malaya) hizo un crucero por Alhaurín. Calderón, rima con... ón. González y Martín, de moda, hoy, en los papeles. Servidor, yo, sigo mandando en la gestión de mi hambre, en la dosificación de mi paciencia y en la potenciación de la memoria para, en su día, poder pasar a limpio una larga lista de olvidadizos, desagradecidos y truhanes de un mundo del toro de la política y la comunicación que al final tienen lo que se merecen: el rechazo social; como se testa en estos días.
¡Ah!, ¿Y Esperanza? Pobre mujer, sólo sabe bailar cha, cha, cha.
De la mano de un corredor de ganado extremeño que le había vehiculado -ese mismo año- la adquisición de animales de bravo de Villamarta, propiedad de los Guardiola, convino con un empresario taurino sevillano, bohemio y antisistema, un acuerdo para presentarse a la presunta licitación de Madrid, en la seguridad absoluta que era el próximo empresario de Las Ventas.
Acuerdo no consumado porque, una vez convocado el concurso (10-11-2004), y a punto de expirar su plazo de presentación de licitaciones, fructificaron las negociaciones que el padrino de la Comunidad -bajo el patronato taurino de Ignacio González- y el mamporrero (más tarde traidor) del empresario taurino José Antonio Martínez Uranga, Ramón Calderón, habían emprendido en aras de una unión de conveniencia a tres bandas: Comunidad, toros, y ladrillos.
Y ganaron. ¡Vaya si ganaron! Tenía razón el ladrillero cuando se ufanaba como magnate de Las Ventas muchos meses antes. Comenzaba así, el Plan Aguirretxe de toros por cemento. A finales de 2004 se otorgó la plaza a Taurodelta, con el beneplácito de crítica y afición, de forma casi unánime, pues (aunque conscientes del pucherazo) se había elegido un empresario taurino con solvencia y prestigio ante la aventura de otras licitaciones, quizá más valorables en la baremación, pero que no inspiraban el cien por cien de confianza. De tal manera, Taurodelta, licitaba con una oferta expresa en el que se recogía su condición de muy mayoritaria, mas las adhesiones accionariales de Fidel San Román, y el escaso, pero importante posteriormente, -por bisagra- porcentaje del 5% de Calderón. Sobre el 14 de enero, un enjuague político-administrativo daba luz verde institucional al acuerdo societario por el que Taurodelta se convertía en Taurovent, el empresario taurino era el botones y el ladrillero pasaba a cumplir uno de sus sueños: ser empresario, a todos los efectos, de la más importante plaza de toros del mundo.
Proseguía así, el Plan Aguirretxe de toros por cemento y hasta hoy en que Las Ventas sigue siendo carne de togas. Y el PSOE, sin enterarse de lo importante que son los toros, a través del coso de Las Ventas, para tirar de la manta. Con rigor, sin jugar a taurinitos para entretener a sus más mediocres militantes. Han pasado más de cuatro años, cuando empezaba, por las constantes denuncias argumentadas de sus atropellos, y por lo tanto sin posibilidad de réplicas en los juzgados, un tortuoso, cruel y vomitivo periplo de amenazas por goteo y otras prácticas de lo más barriobajeras durante más de 18 meses, que culminó en diciembre de 2006 con el albericidio. Los felones personajes de la historia han ido emergiendo enlodazados del fango en que han andado con frac y chistera. San Román (Malaya) hizo un crucero por Alhaurín. Calderón, rima con... ón. González y Martín, de moda, hoy, en los papeles. Servidor, yo, sigo mandando en la gestión de mi hambre, en la dosificación de mi paciencia y en la potenciación de la memoria para, en su día, poder pasar a limpio una larga lista de olvidadizos, desagradecidos y truhanes de un mundo del toro de la política y la comunicación que al final tienen lo que se merecen: el rechazo social; como se testa en estos días.
¡Ah!, ¿Y Esperanza? Pobre mujer, sólo sabe bailar cha, cha, cha.
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