La 'gran patronal' aboga por reducir festejos en aras de una supuesta calidad
Se recomienda reducir plantilla pero no tocar a altos ejecutivos y a chupatintas
La crisis llega al mundo del toro. Lo barruntan, alarmados y alarmistas, los gurús. Todavía no se sabe como va a responder el personal en taquillas y las terminales mediáticas de la gran patronal se apresuran a urdir, en pose heroica, un plan de salvación. Y cuando hablo de la gran patronal no me refiero solo a los empresarios de pedigrí, si no a esa especie de sindicato vertical franquista que, prietas las filas, buscan el botín de la llamada calidad un para posterior prorrateo. Anidan gestores de elite. Militan, igualmente, todoterrenos versátiles. Se inscriben ganaderos pintones (también). Se alinean figuras del toreo y toreros de ferias: independientes, apoderadodependientes y empresariodependientes. Y como ariete, el sector más ilustrado de la prensa, que coincide, además, con el más próximo al negocio de esta industria. Y estos han empezado su labor de fontanería. El objetivo, en síntesis, es abogar por reducir festejos en aras de una supuesta calidad para que el consumidor no desconfíe y huya.
Rebaja en la producción Puede ser una tesis correcta si se planifica como una estrategia conjunta de todo el sector y de una vez, y de verdad, en todos los ámbitos, se sabe distinguir qué es una plaza de 1ª, 2ª, 3ª o portátil, cuál es el toro y los hierros que corresponden a tales categorías como así mismo los toreros, que por otra parte, también tienen su clasificación. Sin embargo, todo apunta a pretender una rebaja sensible en la producción para no devaluar el caché actual del producto delicatessen. Por lo cual, todo aquel que no cumpla con los requisitos o se someta a este microclima dentro de un sistema ya de por sí endogámico está condenado al ERE taurino, fagocitados por la nobleza feudal taurina. Por supuesto, la base, la cantera, más que nunca en peligro de extinción. ¡Vamos!, que se recomienda reducir plantilla, pero eso sí, consejeros delegados, directores generales, altos ejecutivos y chupatintas serviles de manguito y visera, burócratas ociosos, ¡ni tocarlos! ¡Ni a ellos ni a ¡su dinero!. Como cortina de humo (reivindicativamente patriota con La Fiesta) se acusa a la administración de marginar al toro, respecto de otros sectores industriales, obviándole, como siempre, sin diseñar un plan de choque. Sin embargo se tiene mucho cuidado con las administraciones nodrizas de prebendas y agasajos que, como sanguijuelas, succionan voraces el taquillaje con los cánones brutales, como los de Madrid y Valencia. A éstas, no molestarlas. A lo más que se llega es a recomendarles que transgredan la ley, aliviando las ofertas y pliegos en vigor, reduciendo festejos, despistando volumen del canon establecido o modificando a la baja el porcentaje de cotización respecto de los ingresos por retransmisiones televisivas. Y es lo que está pasando en Valencia. Del 30% de la inviable oferta, pero que posibilitó los puntos necesarios para ganar el concurso, se propone un 9%, atropellando la ley y haciendo un desaire al resto de licitadores que acudieron en su día. Lo extraño del caso es que la empresa parece no interesarle el pedido. ¿Entonces? Parece claro, por obvia deducción, que el político de turno, solo o en compañía de los nanines de Ramón Calderón, ha tenido la necesidad de seducir a la corporación provincial, con precariedad de éxito, la conveniencia de televisar Fallas... A instancias del interés manifiesto. Del interés manifiesto unilateral, del canal codificado y por lo tanto de pago (más inflación). ¿Por qué? Independientemente del medraje personal del responsable de turno y su confabulación con amiguetes mediáticos, pueden yacer intereses espurios de este sindicato vertical como es la autoexclusión de José Tomás del circuito de las grandes ferias, dando cobertura exculpatoria (más allá de los galácticos emolumentos a cobrar del torero de Galapagar) a la ejecutiva de dicho sindicato donde cabe todo aquel que abrace los principios de éste movimiento taurino con camisa azul y oro, mano en alto y cara al sol... Y moscas, como en las tardes de corrida.
Rebaja en la producción Puede ser una tesis correcta si se planifica como una estrategia conjunta de todo el sector y de una vez, y de verdad, en todos los ámbitos, se sabe distinguir qué es una plaza de 1ª, 2ª, 3ª o portátil, cuál es el toro y los hierros que corresponden a tales categorías como así mismo los toreros, que por otra parte, también tienen su clasificación. Sin embargo, todo apunta a pretender una rebaja sensible en la producción para no devaluar el caché actual del producto delicatessen. Por lo cual, todo aquel que no cumpla con los requisitos o se someta a este microclima dentro de un sistema ya de por sí endogámico está condenado al ERE taurino, fagocitados por la nobleza feudal taurina. Por supuesto, la base, la cantera, más que nunca en peligro de extinción. ¡Vamos!, que se recomienda reducir plantilla, pero eso sí, consejeros delegados, directores generales, altos ejecutivos y chupatintas serviles de manguito y visera, burócratas ociosos, ¡ni tocarlos! ¡Ni a ellos ni a ¡su dinero!. Como cortina de humo (reivindicativamente patriota con La Fiesta) se acusa a la administración de marginar al toro, respecto de otros sectores industriales, obviándole, como siempre, sin diseñar un plan de choque. Sin embargo se tiene mucho cuidado con las administraciones nodrizas de prebendas y agasajos que, como sanguijuelas, succionan voraces el taquillaje con los cánones brutales, como los de Madrid y Valencia. A éstas, no molestarlas. A lo más que se llega es a recomendarles que transgredan la ley, aliviando las ofertas y pliegos en vigor, reduciendo festejos, despistando volumen del canon establecido o modificando a la baja el porcentaje de cotización respecto de los ingresos por retransmisiones televisivas. Y es lo que está pasando en Valencia. Del 30% de la inviable oferta, pero que posibilitó los puntos necesarios para ganar el concurso, se propone un 9%, atropellando la ley y haciendo un desaire al resto de licitadores que acudieron en su día. Lo extraño del caso es que la empresa parece no interesarle el pedido. ¿Entonces? Parece claro, por obvia deducción, que el político de turno, solo o en compañía de los nanines de Ramón Calderón, ha tenido la necesidad de seducir a la corporación provincial, con precariedad de éxito, la conveniencia de televisar Fallas... A instancias del interés manifiesto. Del interés manifiesto unilateral, del canal codificado y por lo tanto de pago (más inflación). ¿Por qué? Independientemente del medraje personal del responsable de turno y su confabulación con amiguetes mediáticos, pueden yacer intereses espurios de este sindicato vertical como es la autoexclusión de José Tomás del circuito de las grandes ferias, dando cobertura exculpatoria (más allá de los galácticos emolumentos a cobrar del torero de Galapagar) a la ejecutiva de dicho sindicato donde cabe todo aquel que abrace los principios de éste movimiento taurino con camisa azul y oro, mano en alto y cara al sol... Y moscas, como en las tardes de corrida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario